Es fácil que un niño se distraiga. Con cualquier cosa. A veces basta el más anodino estímulo para hacer que su concentración gire hacia otro sitio. Evidentemente esto se multiplica cuando se trata de clases online, dirigidas en remoto y seguidas a través de una pantalla. Pero existen fórmulas para paliar los problemas de atención que pueden tener los niños al verse obligados a seguir la lección desde un ordenador o una tableta.
Con la expansión de las vacunas las aulas han alcanzado una cierta normalidad. Siguen vigentes las medidas de seguridad e higiene, pero ya no se confina una clase con la misma facilidad que antes. Con la vacunación de los más pequeños en marcha se espera que el impacto de la covid en el devenir académico sea aún menor.
No se volverá, en todo caso, a una situación como la que se vivió al comienzo de la pandemia. Las escuelas cerraron y todos, profesores y alumnos, se vieron obligados a proceder como nunca antes lo habían hecho. Los primeros sin formación sobre herramientas online, sin las propias herramientas y tirando de ingenio para continuar con las clases. Los estudiantes, por su parte, sin ninguna referencia de cómo comportarse, de lo que estaba permitido y de lo que no. La actitud de los padres fue igualmente de estupor. Nadie sabía cómo actuar.
Sin embargo, aunque aquello no volverá, las clases online son cada vez más comunes. Como en el entorno laboral, la educación ha vivido un punto de inflexión. Habrá más educación en remoto. Ya antes de la pandemia la enseñanza online mostraba un crecimiento notorio. Entre 2012 y 2017, según la consultora McKinsey, la adopción de cursos online universitarios en Estados Unidos creció un 40%, de los 2,2 millones de estudiantes a los 3,1 millones. Esta tendencia estalló con la pandemia.
Lo lógico será que la educación superior capitalice este interés por la enseñanza en remoto. Pero también será una herramienta a disposición de las escuelas. No es el método ideal pero ya se sabe que es posible ponerlo en práctica, aunque quede mucho por aprender. Ante una incidencia meteorológica que impida la presencialidad o si un niño se ve obligado a faltar a clases durante un tiempo, la opción online está sobre la mesa. Pero no siempre es sencillo conseguir que los más pequeños presten atención a estas clases.
Alejar posibles distracciones
Entre las facilidades que se le pueden dar a los niños para reducir los problemas de atención está el hecho de desterrar todo lo que no resulta necesario. Cuando el alumno se ponga delante de la pantalla tiene que tener a mano las menores distracciones posibles. Esto incluye, por supuesto, cualquier otro dispositivo electrónico que no sea imprescindible para seguir las clases.
Smartphones, tabletas, relojes inteligentes o el televisor debería estar fuera del alcance del niño. Cualquier notificación puede desembocar en un desvío de la atención que después podría suponer un rato de desconexión de la clase.
Crear un espacio dedicado
Siempre que se pueda será positivo para evitar problemas de atención reservar un espacio específico para las clases online. No tiene por qué ser una habitación en concreto. Se trata de un espacio dentro del hogar, como un rincón en la mesa del salón, por ejemplo. De esta manera, el niño asociará el momento de ponerse frente al ordenador en ese preciso lugar con un momento de concentración y de aprendizaje.
Generar rutinas para alejarse de los problemas de atención
Tener rutinas es importante para un alumno, incluidos los niños. En la escuela las rutinas están generadas por el propio centro. Las clases empiezan a una hora, tienen cierta duración, al cabo de varias de ellas hay un recreo y después se retoman. Es una dinámica que practicada día a día prepara a los estudiantes para su jornada.
En una educación en remoto no es fácil establecer rutinas. Las de la escuela pierden vigor y son los padres o las personas que están con el niño durante su jornada quienes han de velar por una cierta organización del día a día. Es importante, por ejemplo, hacer descansos de forma periódica, entre clases. De manera que el niño se levante del sitio, se despeje y vuelva al cabo de un momento listo para una nueva sesión.
Evitar interrupciones para evitar problemas de atención
Otro de los consejos, con el fin de evitar problemas de atención, es tener los dispositivos y la conexión a Internet preparados. Si la plataforma no arranca o hay algún fallo antes de empezar la clase, el ritmo que tiene la lección desde el principio se pierde. En el caso de una conexión deficiente podía ocurrir que se interrumpa la emisión de vídeo en directo o haya problemas de latencia. Nada de esto es positivo, pues podría dar pie a que el niño desvíe la atención. Además, este tipo de fallos técnicos generan a la larga un cansancio que tampoco ayuda a mantenerse concentrado.