Recoger energía del calor corporal, el movimiento o el ultrasonido podría propiciar que muchos gadgets no necesitaran baterías de ion litio.
Las baterías se han convertido en un problema en el campo de la electrónica. Este componente, que empezó siendo la solución para crear dispositivos portátiles, que obraban el milagro de funcionar sin estar conectados mediante cable, se ha quedado atrás frente a la potencia que consume hoy día el hardware. El ejemplo más claro de esto son los teléfonos móviles. Una década atrás las capacidades computacionales y comunicativas permitían que la energía durara una semana, hoy apenas da para un día.
A esta situación se le suma un agravante que está en camino. El número de dispositivos que funcionarán en el futuro sin estar conectados a la red eléctrica tiende a aumentar rápido. Está previsto que Internet de las cosas –lo que también incluye los wearable y la domótica – siembre los hogares, espacios públicos, oficinas, fábricas y, de paso la ropa de las personas, de sensores.
El CEO de la EnOcean Alliance Graham Martin advierte de que no habrá suficiente litio como para poner baterías a todos los dispositivos que están por venir. Su organización se dedica a trabajar en el desarrollo de especificaciones para la comunicación entre sensores, con el fin de conformar estándares. Además, han comenzado a promover el uso de tecnologías que recolectan energía de formas alternativas.
En la EnOcean Alliance creen que los sistemas para recoger energía son los que potenciarán los dispositivos del futuro, especialmente los de baja potencia, muchos de los cuales entran dentro del campo de Internet de las cosas. Estos sistemas obtienen la energía de fuentes diversas, como el calor corporal, el movimiento que produce el cuerpo e incluso los ultrasonidos.
Los dispositivos se pueden fabricar en materiales que si se estiran y se contraen, el movimiento de sus átomos genera una carga eléctrica. Es el modelo de recarga que han utilizado los relojes automáticos durante décadas, pues su mecanismo seguía funcionando gracias al movimiento del brazo de su portador.
Entre las nuevas formas de energía que son posibles, también se ha comprobado que el movimiento de las piernas al andar es capaz de generar electricidad. Incluso se puede recoger energía de la fuerza de los pasos que se dan en un suelo acondicionado.
Hay varios proyectos que están trabajando con las posibilidades del calor corporal. Intel premió con 5.000 dólares a un prototipo destinado a la tecnología wearable. Su función consistía en convertir en electricidad la diferencia de temperatura entre el cuerpo de una persona y un traje especial. El resultado se utilizaba para hacer funcionar dispositivos móviles.
En la Universidad de Stanford han llevado a cabo otra aproximación a la recogida de energía. Han creado microchips que generan electricidad a partir de ultrasonidos, que impulsan la vibración o el movimiento de partículas. Su finalidad consiste en hacer funcionar implantes electrónicos que analiza el sistema nervioso de una persona.
Imágenes: Ostrosky Photos y Robert Scoble