Concentrando la energía en las horas de luz, unas diminutas partículas de cristal son capaces de iluminarse durante doce horas seguidas.
La construcción es uno de los sectores productivos más grandes, tanto de España como del resto del mundo, por lo que la preocupación por la innovación respecto a los materiales ha estado en gran parte de los círculos de debate para las grandes empresas e investigadores.
Ya se habló del cemento autoreparable compuesto por una serie de bacterias que rellenan los huecos ocasionados por las grietas causadas por el agua. A nivel global se producen cuatro millones de toneladas (datos de 2015, por lo que crear nuevas oportunidades y opciones es tanto una oportunidad, como algo esencial. Ahora existe una nueva propuesta dispuesta a afrontar varios problemas: el de la revolución de los materiales, la contaminación lumínica y el ahorro de energía.
El investigador José Carlos Rubio, de la Universidad de Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, ha anunciado que, tras largo tiempo trabajando en ello, ha conseguido fabricar un compuesto de cemento capaz de aprovechar las bondades de la energía solar. Este cemento, una vez seco, es capaz de iluminar caminos, senderos, carriles e incluso edificios de forma autónoma. Una vez la luz solar se ha ido, y durante doce horas, se inicia la magia y este material comienza a brillar y sin gastar energía. Al contrario que otros materiales fluorescentes, que tienen una vida útil de no más de tres años, este cuenta con la vida útil que caracteriza al cemento. Se estima que puede prolongarse unos cien años, aproximadamente.
Fabricado a partir de polvo de cemento con diminutas escamas de cristal, estas se activan en el momento en el que entran en contacto con el agua. Los cristales forman un gel que, al recibir la luz solar, bloquean la energía disponible. Tanto el color -disponibles en azul y verde de momento-, también puede regular su intensidad dependiendo de la zona en la que se esté utilizando. Así, podríamos disponer en una alta intensidad en las paredes de edificios para iluminar las calles y una moderada para los carriles bici, evitando deslumbrar a los ciclistas.
Imágenes: Technicollit