Quizás el fósforo negro no cuenta con la misma fama que el grafeno, pero se trata de otro material prodigio que deberías tomar en cuenta ahora que se ha descubierto una posible manera de aprovecharlo en la industria moderna.
Los que entienden de la singularidad tecnológica comprenden que es casi imposible predecir qué es lo que nos depara el futuro. La tecnología avanza de manera asombrosa y todos los días se hacen impresionantes descubrimientos que a su vez llevan a saltos abismales dando lugar a cosas que la mayoría nunca habría podido imaginar. Precisamente uno de los pilares fundamentales de ese avance es la tecnología de los materiales.
Si eres ingeniero o aficionado a la alta tecnología probablemente habrás leído o escuchado alguna que otra cosa sobre el grafeno. Si todavía no conoces de este avanzado material, entonces deberías saber que se trata de un tejido de átomos de carbono que forman hexágonos regulares. Más allá de su sorprendente estructura molecular, lo que hace fantástico al grafeno es que se trata de un material casi milagroso, con propiedades de lo más particulares, como ser extremadamente delgado, bastante más duro que el acero, ser un conductor de calor y electricidad excepcional y lo más importante, tiene el potencial de ser extremadamente económico.
Es por eso que el grafeno es considerado por no pocos como el material del nuevo milenio, pero sin embargo, aún no hemos logrado aprovecharlo en la práctica, por lo que sigue siendo una de las grandes promesas de este siglo. Pues bien, el tiempo no espera por el hombre, y parece que tampoco está dispuesto a hacerlo por el grafeno. En vista de que el prometedor material no termina de materializarse en nuestras vidas, hay otros materiales milagro que aguardan en la cola.
El fósforo negro
En el centro de todo esto está el fósforo negro, un material que aunque se conoce desde hace tiempo no había sido objeto de atención por el complicado proceso que requería para ser sintetizado. Se trata de la forma más estable de fósforo molecular, que curiosamente comparte muchas características en común con el grafeno como su delgadez y sorprendente capacidad para conducir electricidad.
El problema fundamental con el fósforo negro es que sintetizarlo es costoso. Peor aún, es extremadamente difícil producir un entramado lo suficientemente largo de fósforo negro como para que pueda ser usado en aplicaciones prácticas. Por lo menos así estaban las cosas hasta ahora.
Recientemente investigadores del Trinity College de Dublín han publicado los resultados de un estudio muy alentador en el que detallan un proceso por el que han logrado no solo sintetizar fósforo negro de manera relativamente económica, sino que logran producir entramados de buen tamaño y abundante cantidad, justo lo que tanto hacía falta para que este material comenzara a ser usado en aplicaciones prácticas.
Lo mejor de todo es que con el proceso que han diseñado han logrado resolver otro gran problema del fósforo negro, y es que el material es sensible al contacto con oxigeno o agua. Para resolver el inconveniente han aislado las moléculas de fósforo con un solvente que impide entre en contacto con agua u oxigeno.
Es evidente que aún queda mucho tiempo para recorrer. Uno de los principales problemas que tendrá que flanquear el fósforo negro es el exceso de entusiasmo inicial que en su momento rodeó al grafeno. Debemos recordar que desde los primeros descubrimientos científicos hasta el momento en que se convierten en tecnología hay un largo trayecto, pero si lo que plantean los investigadores de Dublín se logra materializar, tendremos un material que seguramente supondrá un gran salto en el mundo de los conductores eléctricos.