El fracaso es solo un paso más, no el fin de la carrera de un emprendedor

El concepto de fracaso empresarial tiene diferentes ‘acepciones’ según en qué lugar del mundo te encuentres. En España aún nos falta por aprender mucho y descubrir, por fin, que un fracaso no significa el fin de un emprendimiento. Incluso, en ocasiones, será el comienzo de un éxito global.

Todos conocemos el caso de Steve Jobs, compartido hasta la saciedad en el mundo del emprendimiento. Sus inicios no fueron fáciles, a nadie le gusta fundar una startup para luego ser despedido por su propia empresa. Pero el talento era inmanente en Jobs, quien finalmente regresó a Apple para revolucionar la electrónica a nivel mundial, y darle el nombre y el prestigio que hoy tiene la marca de la ‘manzana’.

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Pero este no es el único caso de grandes empresarios o exitosos proyectos que comenzaron su andadura inmersos en el fracaso. Walt Disney fue despedido porque consideraban que tenía poca imaginación, y lo que hoy es mundialmente conocido como Disneyland, no parecía tener futuro para los inversores: Disney tuvo que pedir financiación para la apertura de este parque nada menos que 302 veces. Howard Shultz también tuvo algo de problemas para lograr financiación para poner en marcha su idea, abrir su primer Starbucks. Necesitó llamar a 243 puertas para conseguir una inversión.

En el sector automovilístico también tenemos un caso muy conocido, el de Henry Ford. Comenzó su andadura en este mercado de forma accidentada. Fundó su primera empresa, Detroit Automobile Company, que pronto fue superada por la deuda económica, y de reputación para Ford, ya que sus vehículos no eran de muy buena calidad. Lo mismo le pasó con un segundo intento de compañía, Cadillac. A pesar de estos fracasos no se rindió, y consiguió un partner que tenía fe en él y en su potencial. Dice el refrán que a la tercera va la vencida, y en el caso de Ford fue así, que tras aprender de sus errores fundó Ford Motor que cambió para siempre el concepto y la cultura del sector automovilístico.

Un ejemplo de no rendirse ni a la primera, ni a la segunda, ni en el prototipo número 5.126 es Sir James Dyson. Hoy todos tenemos en nuestro hogar una aspiradora, pero a Dyson le costó los ahorros de 15 años y trabajar en el prototipo definitivo: el 5.127. Según Forbes, hoy en día se estima que vale 4,5 billones de dólares.

‘La audición de Decca’ es otro gran conocido de la lista de fracasos del mundo. Aunque ahora estamos hablando de música, esta gran discográfica tomó una decisión que con el tiempo se arrepentiría: rechazar a The Beatles. Un gran ejemplo de cómo el fracaso puede ser solo el comienzo de una carrera que termina en el estrellato internacional.

Este post ha sido publicado primero en el blog Open Future_ la iniciativa abierta de emprendimiento de Telefónica

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