Un equipo de científicos del MIT ha creado un método para transformar una señal WiFi en un GPS para interiores
La geolocalización en interiores aún está por llegar. Mientras que con la tecnología GPS se ha logrado determinar con exactitud la posición de un dispositivo e incluso la velocidad a la que se mueve, cuando hablamos de centros comerciales, museos y otros lugares cubiertos la señal se pierde. Son varios los intentos que se están llevando a cabo para dar con un sistema que pueda conocer nuestra ubicación cuando estamos bajo techo. La que han llevado a cabo en el MIT es tal vez la más reciente y emplea recursos que hoy ya están a nuestro alcance.
Un equipo de investigadores del Computer Science and Artificial Intelligence Lab (CSAIL), perteneciente al MIT, ha desarrollado un sistema que utiliza la señal WiFi para definir el posicionamiento de dispositivos dentro de un edificio, allá donde el GPS no alcanza. El método permite que los terminales que cuenten con conectividad WiFi, como los smartphones, se puedan localizar entre ellos.
En realidad se trata de la comunicación entre dispositivos WiFi, que hacen un barrido por todas las bandas, como si fueran radios que emiten en frecuencias múltiples. La tecnología se llama Chronos –así la han bautizado sus creadores– y para ponerse en marcha se necesitan al menos dos dispositivos con conexión WiFi. Uno hace las veces de transmisor y otro de receptor. Se comunican en las 35 bandas que hay desde los 2,4 Ghz a los 5,8 Ghz. El transmisor cambia cada dos o tres microsegundos de banda y el receptor compara las diferencias en la comunicación. Así se calcula el tiempo que tarda en llegar la señal al segundo dispositivo, con lo que se puede conocer la distancia a la que está.
Cuando uno de los dispositivos tiene más de una antena, como ocurre con los equipos informáticos modernos, desde portátiles a smartphones y tabletas, este GPS para interiores puede determinar el ángulo de ambos terminales y situarlos de forma precisa en el espacio. Para hacerse una idea, en las pruebas que han realizado los investigadores se pudo localizar dispositivos en un rango de 65 centímetros, una exactitud que no está al alcance de la tecnología GPS.
Entre las aplicaciones que han previsto los creadores de este GPS para interiores está su uso para contabilizar cuánta gente hay en casa, con el fin de automatizar el control de la luz mediante domótica u ofrecer un entorno más controlado para que los robots domésticos se desenvuelvan. Aunque también puede tener otros usos más cercanos, como la gestión del acceso al WiFi gratuito de una cafetería. Por la posición del dispositivo se podría saber si este se encuentra dentro del local o se está intentando conectar desde fuera.
Imágenes: Pierre-Marie BROU y (davide)