El primer músculo creado en el laboratorio es asombrosamente contráctil y flexible

Hay experimentos que nos dejan con la boca abierta. No sólo por los resultados innovadores que suponen, sino también porque podemos ver con nuestros propios ojos lo que tantas veces estudiamos en los libros. Algo así sucede con el primer músculo creado en el laboratorio por investigadores de la Universidad de Duke.

En una época en la que ya hemos sido capaces de fabricar tejidos en el laboratorio, y en la que soñamos con un futuro en el que podamos obtener órganos a la carta, los científicos norteamericanos han sido capaces de fabricar músculo artificial. Y es asombrosamente contráctil y flexible.

Creado a partir de células madre

Su estudio, publicado en la revista e-Life, muestra el desarrollo y la especialización de células madre que poco a poco consiguen transformarse en células musculares. Antes de llegar a este tipo celular, los investigadores obtuvieron los llamados precursores miogénicos, algo más diferenciados que las células madre, aunque no tanto como para ser similar a las células que encontramos en nuestros músculos.

Estos precursores fueron después situados en estructuras o andamios tridimensionales, con el objetivo de que siguieran creciendo y diferenciándose adoptando una estructura parecida a la que presentan las fibras musculares. Según explica la investigadora Lauran Madden, a pesar de su experiencia con este tipo de trabajos, les llevó casi un año encontrar la combinación perfecta de ‘ingredientes’ para hacer crecer el cultivo de forma adecuada y ordenada.

El músculo artificial era capaz de contraerse

Una vez que lograron contar con músculo artificial creado en el propio laboratorio, debían ir un paso más allá. Las fotografías al microscopio mostraban que su estructura celular era muy similar a la que se encuentra en nuestros músculos. ¿Pero lograba funcionar como ellos? Para comprobarlo, los científicos decidieron estimular eléctrica y químicamente esta estructura. Los resultados fueron, sin duda, sorprendentes.

En primer lugar, los estímulos eléctricos provocaron la rápida contracción del tejido. Es la primera vez que se observa este movimiento en un tejido ‘artificial’, aunque experimentos anteriores habían permitido ver cómo células cardíacas, creadas a partir de células madre, eran capaces de latir en una placa de laboratorio.

En segundo lugar, los científicos estudiaron la respuesta del músculo artificial a fármacos como las estatinas (utilizadas en el control de los niveles de colesterol) o el clembuterol. Los efectos fueron similares a los observados anteriormente en los seres humanos, y abriría las puertas a la utilización de este tipo de tejidos en la investigación de nuevos medicamentos.

Y es que estructuras como este músculo artificial podrían usarse para probar nuevos fármacos antes de realizar pruebas en modelos animales o en seres humanos. Ésta es, precisamente, una de las razones que se esconden detrás de esta investigación. Los científicos de Duke buscan nuevos modelos para estudiar y combatir la distrofia muscular de Duchenne. Este trastorno hereditario produce dificultades tan graves en las habilidades motoras, que los niños de 12 años pierden la capacidad de caminar y se ven obligados a desplazarse en silla de ruedas.

Como vemos, el primer músculo artificial no es sólo increíblemente asombroso. También permite avanzar un poco más en el estudio de una enfermedad realmente grave. Tal vez estas primeras contracciones sean sólo un síntoma, y el movimiento muscular refleje que también caminamos hacia la cura de la distrofia de Duchenne.

Imágenes | Universidad de Duke