La página web de un negocio es su escaparate, es lo que van a ver los clientes nada más llegar. Por ello encargar una web es un asunto sumamente importante
Y desde luego no es un encargo que puedas soltar sin más. Da igual que lo hagas a tu sobrino, a un conocido amante de la informática o a un diseñador profesional. Porque una web, te hayas lanzado o no ya a la venta online, es tu mejor escaparate. Y, en muchas ocasiones, el único en el que tus clientes te van a ver.
Pocas empresas me he encontrado que haya entendido que esto de las webs no va de que sean bonitas o feas, ni de haber elegido correctamente el fondo, las fotos o el tipo de letra. El trabajo “de campo”, contrariamente a lo que muchos piensan, no es la búsqueda de la plataforma con más prestaciones ni del proveedor que más te convence. Lo que más tiempo y dedicación ha de llevar es definir cuál va a ser el posicionamiento del web en este inmenso universo digital.
En mi experiencia, a muchos cuesta entender que no sirve de mucho una web maravillosa si solo la encontrarás cuando teclees exactamente su dirección url (el famoso www.tuempresa.com). Y es que en esto de la tecnología y del marketing digital, me encuentro con frecuencia que nos dejamos deslumbrar por los focos de los cómos y nos olvidamos a menudo de los qués.
¿Y cuantos negocios conocemos que tienen una web “por cumplir”, pensando en que sus clientes ya los conocen? ¿Cuántos se toman el montar su web como un proyecto estratégico en lugar de como algo secundario, a lo que no esperan dedicar mucha atención porque ya se va a encargar a quien hemos contratado?
Pues si te tomas el encargo de tu web como un balón que pasar lo antes posible a un especialista, regular. Básicamente perderás dinero. Porque una web, igual que un escaparate, debe ayudarte a ganar y no ser una fuente de gastos sin más. [ganas dinero con tu web?]. Es importante realizar el encargo con todas las garantías. Y para ello, te recomiendo que tengas en cuenta los siguientes aspectos
- El foco. Si tuviera que elegir un solo punto, no dudaría en avisarte de que el trabajo de definir quien quieres ser, cómo te quieres mostrar al mundo y qué vas a ofrecer a quien te visita es tuyo y sólo tuyo. No del programador. No del diseñador. No de la empresa a la que contratas.
Solo tú puedes saber cómo deseas que ayude la web en tu negocio, a qué clientes (los de siempre, nuevos, ¿de otro país?) quieres interesar y por tanto, que zapatos vas a calzar. Recuerda que quien mucho abarca poco aprieta. Las webs especializadas funcionan mejor. Y oye, que no pasa nada por tener dos dominios y dos webs.
- El contenido. La imagen es importante, pero la clave que marca diferencias es siempre el contenido. Debes contar de manera clara y atractiva en qué va a mejorar el cliente que contrate tus productos y servicios. No te mires el ombligo, despachando la tarea con un listado de productos o mil fichas a quien vaya a hacerte la web. Cuéntale con calma a que te dedicas y pide que te ayude con su experiencia a mirar a tus clientes a los ojos. Un copywiter o especialista en elegir los mejores textos para tu web es un dinero bien invertido.
- La usabilidad. De nada servirá todo lo anterior si los usuarios no lo tienen cómodo cuando te visitan. Limpia, rápida, atractiva, ordenada…. Las fotos son importantes. Que sean ligeras, hay mil programas para comprimir su peso. Que destaquen el producto, millones de aplicaciones las optimizan para quitar brillos, encuadrar mejor, destacar colores… Tanto si vas a mostrar como si pretendes cerrar la venta, una imagen vale más que mil palabras. Si tienes que contratar a un fotógrafo, hazlo. Y que no falte un buen buscador.
- El resto del mundo. Ninguna web que pretenda generar negocio pueden dejar de lado la conversación. Incorporar “botones sociales” para que tus contenidos se divulguen fácilmente en las redes implica pensar también en avanzar en paralelo en el mundo 2.0, no sólo desde la web, sino desde el resto de plataformas en RRSS. Y aunque te cueste asumir lo que públicamente se pueda decir de ti, fomentar la opiniones en uno de los elementos más potentes que conozco.
Dos cosillas me dejo intencionadamente para el final, porque o las tienes en la cabeza antes de hacer nada, o luego te costará mucho esfuerzo “arreglarlo”.
¿Y qué pasa con el posicionamiento? La mejor web del mundo quedará relegada al ostracismo más absoluto si no aparece entre las primeras búsquedas en Google. Empezar con buen pie es dedicar tiempo a elegir en qué búsquedas queremos salir. Elegir las keywords o palabras clave sobre las que estructurar la web no es tarea fácil. Pide al experto que contrates que te ayude a seleccionarlas y a montar tu discurso alrededor de ellas.
¿Y con el móvil? En 2020 más del 70% de la población mundial tendrá un móvil. Que no sólo usará para hablar. Por descontado, una web o una tienda online que no se vea cómodamente desde el móvil no contará. Google ya las penaliza en las búsquedas, pero por encima de su poderosa influencia, lo harán los usuarios. No tengas ninguna duda. Utilizar responsive design se hace innegociable.
Una web es un traje a medida. Pero no es un traje cualquiera. Como el día de tu boda, piensa en encargar un vestido hecho para destacar. Porque el primer paso para ser escuchado es llamar la atención, ser visto. Y no dudes que la web, tengas tu negocio ya asentado o no, es un escaparate al mundo del que no deberías prescindir. ¡Ponle el mimo y el cuidado que se merece!