Y para 2020 quiere conseguir cubrir con energías renovables todas las necesidades de manera permanente.
El ideal de que grandes poblaciones e incluso países enteros lleguen a alimentarse completamente con energías renovables está muy lejos aún, pero hay ciertos contextos que por sus características comienzan a acercarse mucho conseguirlo. Escocia es uno de los mejores ejemplos, junto a Portugal, Dinamarca o Costa Rica, y es que el 7 de agosto se dieron unos vientos tan fuertes que todo el país pudo depender únicamente de la energía eólica, aunque por otra parte los destrozos fueran muy considerables.
Todo responde a un plan que la nación británica ha ido ejecutando a lo largo de la última década, que les ha llevado a que más de la mitad de la energía consumida en el país ya provenga de fuentes como el viento, el agua o el sol. El gran objetivo es alcanzar el 100% en 2020, y viendo el ritmo al que avanzan (pasaron de 2.673 megavatios producidos en 2007 a 7.756 en 2015), parece posible. Escocia tiene la ventaja de ser pequeño y de que proporcionalmente es algo mucho más fácil, pero no resta mérito frente a grandes países como Estados Unidos, que se sitúan en un 13% de energía renovable producida sobre el total.
La región se ha «beneficiado» en esta transición de que sus recursos energéticos fósiles se han ido reduciendo, a la vez que siempre se ha aceptado la teoría de que el cambio climático era real, lo que ha llevado a aprovechar al máximo su mejor y peor recurso, el mal tiempo metereológico que vive en gran parte del año.
Pero no hay que olvidar que Escocia pertenece a Reino Unido, y tanto el gobierno de Cameron como el actual de May no lo están poniendo nada fácil a las energías renovables. Tras años apoyando las energías limpias, han dado un gran giro hacia la energía nuclear, recortando grandes cantidades de subvenciones a hogares y empresas con la excusa de que los precios han caído tanto en paneles solares, por ejemplo, que ahora son asumibles.