Estrategia, tecnología y modelo de negocio son factores importantes cuando hablamos de innovación disruptiva. Pero en esa receta nos falta un ingrediente muy importante: el entusiasmo.
Cuando se habla de innovación se suele pensar en tecnología y en investigación, en inversión y en modelos de negocio, en mercados y en estrategias. Nada hay de incorrecto en ello puesto que, de hecho, tecnología, inversión, modelo de negocio y estrategia, son ingredientes constitutivos de cualquier actividad de innovación.
Sin embargo, la visión no es completa si no tenemos en cuenta el factor humano, si no volvemos nuestros ojos hacia la motivación que impulsa todas nuestras actividades.
Ya decía Albert Einstein, o al menos a él se le atribuye la cita, que “hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
Clayton Christensen, uno de los grandes teóricos modernos de la innovación, analiza por qué cuesta tanto que las grandes corporaciones exitosas lideren las innovaciones disruptivas, aquellas que crean nuevos mercados y nuevas cadenas de valor, aquellas que transforman la economía y la sociedad. Tras ese estudio, y cuando busca fórmulas para que esa innovación disruptiva tenga lugar, uno de los factores que encuentra se mueve claramente en el terreno de la motivación de las personas.
Argumenta este profesor de Harvard que las innovaciones disruptivas en sus estadios iniciales producen unos resultados modestos. Para que esa tierna innovación naciente no muera, es preciso que los pequeños éxitos que se obtienen inicialmente en el mercado sean capaces de entusiasmar a los equipos que están gestionando esa innovación e incentivarles para seguir adelante. Por ello aconseja fórmulas organizativas que promueven el entusiasmo ante esos éxitos modestos en lo que a innovación disruptiva se refiere. En caso contrario, la innovación emergente puede morir antes de haber demostrado todo su verdadero potencial y no por causas técnicas o económicas, sino por simple falta de entusiasmo.
Hoy que, en medio de la crisis que nos asola, volvemos los ojos esperanzados hacia los emprendedores como parte de una solución que anhelamos, hoy que buscamos fórmulas novedosas para la creatividad y nos apasionamos con las ideas de innovación abierta o crowdfunding, no debemos olvidar de dónde parte toda innovación y todo éxito humano: de nuestras ideas, sí, pero también, y sobre todo, de nuestra motivación, de nuestro entusiasmo, de nuestra fuerza interior…