G.fast es un nuevo estándar que promete velocidades de 1 Gbps para conexiones DSL; es decir, conexiones que usan el bucle de abonado sobre par de cobre.
Parece que fue ayer cuando usábamos, para conectarnos a Internet, los ruidosos módems analógicos que establecían una conexión de datos sobre nuestra línea telefónica (y además la mantenían ocupada). Durante mucho tiempo, este tipo de conexiones de dial-up fueron la puerta de acceso de muchos usuarios al Internet de los años 90. Años después, tecnologías como ADSL, ADSL2 o VDSL nos abrieron las puertas a conexiones de alta velocidad, que también se sustentaban sobre nuestra línea de teléfono pero nos permitían realizar y recibir llamadas telefónicas sin tener que dejar de estar conectados a Internet y, de hecho, nos permitían estar siempre conectados.
Las tecnologías DSL han sido la base sobre la que se ha articulado el acceso a Internet de millones de usuarios de todo el mundo: un acceso que se apoyaba sobre una infraestructura ya desplegada (el bucle de abonado sobre par de cobre), que hemos exprimido al máximo y, conforme ha pasado el tiempo, hemos visto que ha pasado de ofrecernos solamente llamadas de voz a ofrecernos voz, conexiones de datos de alta velocidad e, incluso, servicios de televisión IP (como Movistar Televisión).
De ofrecer, en los primeros años del ADSL, 1 Mbps de velocidad de descarga, hemos llegado a los 50 Mbps actuales de VDSL2+, una cota que pensábamos que había tocado techo y que, por tanto, no nos iba a permitir exprimir más el bucle de abonado de cobre. FTTH es el siguiente escalón que hemos alcanzado. La fibra óptica nos abre las puertas a conexiones de 100 Mbps o incluso de 1 Gbps. Pero, por contra, requiere el despliegue de nuevas infraestructuras para cambiar el bucle de abonado de cobre por fibra óptica que conecte el hogar de los usuarios con las centrales de conmutación de los operadores.
¿Es posible estirar aún más el par de cobre?
Volver a cablear las ciudades es un proceso que requiere tiempo y llevar la fibra al hogar de los usuarios es un proceso gradual que, por ejemplo, está recogido dentro de planes de modernización como la Agenda Digital para Europa y también la Agenda Digital para España. Con el aumento de los servicios disponibles a través de Internet (vídeo bajo demanda, juegos online, redes sociales, servicios de mensajería, almacenamiento en la nube, etc.), y los requisitos de ancho de banda que tienen esta nueva generación de servicios, se hace necesario explorar nuevas tecnologías para complementar FTTH con la infraestructura existente y que, además, permitan ofrecer aún más velocidad a los usuarios.
La solución a este reto se ha estado fraguando en la ITU, es decir, la Unión Internacional de Telecomunicaciones. La ITU es un organismo internacional que depende de Naciones Unidas, que reúne a organismos de regulación nacionales, supranacionales y, por supuesto, también a fabricantes y operadores, para definir los estándares que cimientan las tecnologías y servicios de telecomunicaciones que usamos a diario.
La ITU ha estado trabajando en la definición de un nuevo estándar capaz de sacar aún más partido del par de cobre y extender su vida útil; un estándar llamado G.fast que nos ofrecerá conexiones DSL de hasta 1 Gbps. Dicho de otra forma, gracias a este estándar podríamos disfrutar de conexiones a servicios de vídeo bajo demanda con calidad HD, usando la infraestructura actual y, sobre todo, facilitando mucho la instalación del servicio.
Pensemos que G.fast ofrece las velocidades de la fibra óptica con las facilidades de instalación de ADSL, una combinación de ventajas que hace a este estándar muy atractivo.
G.fast, el nuevo estándar de la ITU
¿Qué nos ofrecerá G.fast? ¿En qué consiste este estándar? G.fast, tal y como hemos comentado, nos promete conexiones de hasta 1 Gbps sobre la infraestructura de par de cobre; es decir, conexiones similares a las que se podrían ofrecer sobre FTTH, sin necesidad de realizar un nuevo despliegue de infraestructuras desde las centrales de conmutación hasta el hogar del usuario.
Al igual que ocurre con las conexiones DSL actuales, la velocidad real que ofrecerá G.fast dependerá de su distancia con respecto a la central de conmutación del servicio. Si conforme nos alejábamos de la central, la velocidad de la conexión ADSL decrecía; en G.fast ocurrirá algo similar puesto que, por ahora, el radio máximo de cobertura estará en 250 metros.
Quizás 250 metros pueda parecer poco pero, realmente, es una interesante oportunidad para complementar el despliegue de FTTH. Ofrecer 1 Gbps en un radio de 250 metros con respecto a la central de conmutación implicaría que la necesidad de despliegue sería nula dentro de esta área y, por tanto, los esfuerzos se podrían invertir en cubrir otras áreas algo más alejadas. De hecho, esta cota de 250 metros tendría el propósito de obtener la mejor calidad de servicio y, por tanto, el radio se podría ampliar. Esto permitiría ofrecer un espectro amplio de velocidades nominales, de la misma forma que se hace actualmente con ADSL, para dotar de mayor vida útil a la infraestructura de par de cobre.
Otro detalle interesante llega en la instalación del servicio en el hogar del usuario. No tener que cambiar la infraestructura y, por tanto, seguir usando el bucle de abonado que llega a la vivienda del usuario, implica que la instalación del acceso de datos será extremadamente rápida. Tanto es así que la fórmula del kit autoinstalable se podría seguir manteniendo y se enviaría al usuario un router que él mismo podría instalar en un proceso tan simple como «enchufar y listo» (plug & play).
Conexiones Gigabit sobre par de cobre: una realidad cada vez más cercana
Todo esto visto sobre el papel está genial, pero el papel tiene la singular propiedad de que es capaz de soportar cualquier cosa. La ITU ha fijado un roadmap: el año 2014 está marcado como la fecha en la que este estándar podría estar listo tras haber pasado, incluso, una primera fase experimental de caracterización y ajuste del servicio.
Durante esta fase experimental de G.fast realizada por Alcatel-Lucent y Telekom Austria, se ha llegado a alcanzar velocidades de 800 Mbps a una distancia de 100 metros de la central de conmutación, y de 1,1 Gbps a una distancia de 70 metros de la central de conmutación. Dichos valores abren la puerta a un futuro en el que el par de cobre aún va a tener mucho que decir como pilar de nuestras infraestructuras de comunicación, incluso, en las redes de nueva generación.