El 24 de septiembre falleció Antonio Barrera de Irimo (Ribadeo 1929- Madrid 2014), tercer presidente de Telefónica. Ocupó el cargo entre 1965 y 1973, una etapa de expansión y cambios vertiginosos para la empresa. Quedaron atrás tres décadas de dificultades económicas y materiales que se arrastraban desde la guerra y dieron paso a la Telefónica yeyé.
Según la RAE, “yeyé” es la música juvenil que se puso de moda en los 60 y también la estética, costumbres y actitudes que se desarrollaron junto a ella. Vamos a ver algunas consecuencias en la cultura popular de esos años.
En esta época en España se abrían paso la clase media y la sociedad de consumo, con iconos como el SEAT 600, el televisor en blanco y negro o la lavadora automática. Uno de los elementos de la transformación fue la expansión del servicio telefónico, que se triplicó en esos ocho años.
No sólo las familias, también la industria y el turismo necesitaban una red moderna y bien conectada con el resto del mundo. Esa red crecía a una tasa del 10% anual, tres puntos por encima del PIB, pero a pesar de ello se generó una larga lista de espera para la instalación de las nuevas líneas.
Para financiar esta demanda explosiva, Telefónica recurrió a los pequeños ahorradores a través de la emisión de sucesivas ampliaciones del capital, en lo que los historiadores de la economía califican como el primer experimento de capitalismo popular.
En 1967 la campaña promocional fue protagonizada por José Luis López Vázquez. En uno de los spots más célebres de la historia de la publicidad española, hacía una llamada surrealista desde la cocina de su casa para decirle a su esposa: “¡Matilde ya tienes tus telefónicas!”. Con ese nombre se conocen desde entonces las acciones de la compañía.
En los años 60, la informática era un terreno arcano para la mayoría de la población. Los ordenadores aún se llamaban “cerebros electrónicos” cuando Telefónica adquirió en 1965 los primeros, dos IBM modelo 1401. Se pudieron automatizar los servicios de información y averías, atendidos por operadoras que consultaban los datos en terminales que se decían entonces “de circuito cerrado”.
Uno de los desarrollos tecnológicos más innovadores de la historia de la empresa se llevó a cabo durante este periodo, una red de comunicación para permitir a las empresas interconectar los ordenadores de distintas sedes. Nació así en 1971 la Red Especial de Transmisión de Datos, la primera comercial del mundo en su género. Para hacer entender el concepto al público, los creativos tuvieron que inventar metáforas como la de los ordenadores que “se cuentan sus cosas”. En una entrevista de 1969, Barrera de Irimo había adelantado una realidad que hoy nos resulta familiar, pero que entonces era ciencia ficción:
“Cuando uno ve el caudal de quehaceres que puede circular por el cable, por el hilo, por la anchura de banda que en definitiva administramos -porque, a la larga, terminaremos siendo los administradores de una anchura de banda, de la cual cada persona hará el uso que le parezca conveniente- uno se da cuenta del enorme porvenir de este sector.»
Todos los niños de ese momento queríamos ser astronautas. La carrera espacial estaba en su apogeo, el hombre había llegado a la Luna en julio de 1969 y la sala de control de vuelos espaciales de Houston era la imagen del progreso tecnológico sin límites. Poco después se inauguró la central de comunicaciones por satélite de Buitrago (Madrid), un edificio prodigioso de la historia de la arquitectura española, proyectado por Julio Cano Lasso. Las enormes antenas parabólicas y una sala de operaciones que recordaba a la de la NASA hicieron que Telefónica entrase en el imaginario espacial.
Pero no todos los cambios llegaron de la tecnología más avanzada. Para los usuarios domésticos, el teléfono supletorio era un objeto de deseo y un símbolo de estatus social. Se introdujeron nuevos modelos de diseño mucho más moderno y decorativo para poder ser instalados en la pared de la cocina o adecuarse a la gama de colores del dormitorio. Aquí podemos ver toda la gama en este anuncio de 1968, donde la joven habla desde un modelo “Góndola”, fabricado por CITESA en Málaga como todos los terminales de entonces.
Otro producto de la época es el Hilo Musical, que nació en 1971, por el que se difundían seis canales. Sus principales usuarios eran familias de alto poder adquisitivo y profesionales. Los que vivieron esa época seguramente lo asociarán a las salas de espera del médico o el dentista, donde reinaban Ray Conniff, Paul Mauriat y Los Indios Tabajaras.
La estética de los 60 está presente en todo el material que se conserva en los archivos de Telefónica, desde las portadas de los informes anuales hasta los pósters de prevención de riesgos laborales. Todo el progreso fue posible gracias al esfuerzo de multitud de empleados, así que queremos terminar el post con dos imágenes de trabajadores anónimos. El grupo de operarios que camina hacia el camión pertenece a una serie que se hizo para la Memoria de Accionistas de 1965. La guapísima operadora es un poco posterior, sirva su sonrisa para cerrar este pequeño recuerdo de la Telefónica yeyé y de quien la presidió.
Imágenes Archivo