Cada vez son más los actores relevantes que hablan de legislar y poner límites a la inteligencia artificial. Un grupo de 26 expertos ha lanzado un mensaje similar al de Elon Musk, englobando distintas áreas.
La inteligencia artificial siempre ha sido una rama de la tecnología y de la informática que ha estado en boca de todos, porque a todos nos gusta soñar con lo que se puede hacer más allá de las capacidades del ser humano. Llevarnos hasta nuestro límite es muy tentador, pero más lo es superarnos. Sin embargo, es algo que, como ya apuntaba Elon Musk, puede volverse en nuestra contra, y un grupo de 26 investigadores expertos en inteligencia artificial, pertenecientes a 14 instituciones, ratifican sus palabras.
Lo han hecho en un informe de cien páginas, durante unas sesiones acontecidas en Oxford, Reino Unido. Uno de los casos de los que más se ha hablado ha sido el del recientemente popular porno falso, es decir, ese en el que se sustituyen las caras de las actrices que han rodado las escenas por actrices famosas como Gal Gadot o Maisie Williams. A día de hoy se sigue distinguiendo de escenas reales, pero el parecido que lo falso tiene con lo real hace que en poco tiempo resulte muy temible. Para esas actrices, de hecho, ya ha sido traumático.
También hablaron sobre los peligros que esa misma técnica puede tener aplicada a la política. Que líderes mundiales «lancen» mensajes extremistas que lleven a naciones a la guerra o a masas a realizar actos fuera de la realidad y sensatez. El poder de los bots, sin llegar a la sustitución de caras, ya ha dejado entrever lo que puede llegar a manipularse la opinión pública. Cuanto más fuertes sean las redes neuronales, más implacables se volverán y más difícil será frenarlas, incluso para sus creadores.
El mensaje que dan, finalmente, es similar al que ofrecía hace unos meses Elon Musk, es decir, que hay que regular políticamente el fenómeno antes de que sea demasiado tarde. Las leyes de Asimov quedarán anticuadas o no entrarán a formar parte de la robótica y la informática, pues siempre han sido algo literario, pero las leyes de los parlamentos sí tienen poder.