IoT: hacia lo desconocido, el futuro que nos depara la humanidad hiperconectada

Venimos diciendo que el IoT es el fenómeno tecnológico que más va a transformar nuestras vidas. Esto es así porque está interconectando el mundo a un ritmo exponencial. Y un mundo incrementalmente más interconectado es un mundo extraordinariamente más complejo. Es cierto, la complejidad surge de la interacción dinámica de unidades sencillas. De esa interacción dinámica de los componentes de un organismo emergen propiedades nuevas, propiedades que son distintas de las que atesoran sus partes constituyentes.

Eso significa que, en la medida que el mundo se interconecta, nos proyectamos hacia una realidad completamente desconocida. Hablamos de un mundo que contará con unas propiedades que hoy no podemos ni imaginar. De ahí que el principal rasgo definitorio de los tiempos actuales sea el de la incertidumbre. Todo es incierto, cambiante, superficial, voluble, inestable y relativo. Esto tendrá profundas consecuencias sobre la visión de la gente acerca de la realidad, sobre las relaciones personales, sus creencias y –esto es lo más importante– sobre su propia identidad.

Surge así una nueva interpretación del ser humano y del universo que le rodea, es decir, una nueva cosmovisión. Cuando esto ha sucedido a lo largo de la Historia, la nueva visión de la realidad ha traído consigo una nueva concepción de la discapacidad. Tiene que ser así necesariamente desde el momento en que la discapacidad es una realidad que tiene una dimensión fisiológica pero tiene también un componente social. La discapacidad se aborda desde la relación de la persona con el entorno, y ahora esas relaciones entre la persona y el entorno se van a transformar radicalmente.

Así, podemos decir que la tecnología ha creado un mundo conectado, pero éste a su vez altera el efecto que la tecnología produce sobre nosotros. O dicho de otro modo, el hombre hace la técnica y la técnica hace al hombre.

Pero la revolución tecnológica no afectará solamente a las personas sino que también impactará sobre las propias organizaciones. El mundo industrial era un mundo previsible, esto es, más estable. En el mundo económico se planificaba a largo plazo, porque podíamos prever las conductas y comportamientos humanos de una forma razonablemente fiable.

Pero hoy ya no podemos prever, predecir ni planificar. Tendremos que aprender a funcionar sin certezas, actuar conforme a patrones generales, y aprender a identificar aquellas tendencias que tengan un carácter universal.

Un ejemplo de cómo podemos hacer esto lo tenemos en la ciencia de la cibernética. En 1950 Norbert Wienner, padre de la cibernética, escribía lo siguiente:

“En el futuro, el desarrollo de las infraestructuras de comunicación, los mensajes entre el hombre y la máquina, entre máquinas y hombres, y entre máquina con máquina, están destinados a jugar un papel cada vez mayor”.

Si Wienner fue tan clarividente veinte años antes de que se inventara el microprocesador y medio siglo antes de la emergencia del mundo digital, fue sin duda por su capacidad de comprender patrones universales. Esta es la clave de lo que tenemos que hacer: ser capaces de comprender las implicaciones tan profundas que la tecnología va a tener sobre nuestras vidas.

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