El que está considerado como padre de la robótica y creador de la primera empresa que vendió brazos robóticos a las fábricas de coches, Joseph F. Engelberger nos ha dejado a la edad de 90 años.
Joseph Frederick Engelberger nació en el año 1925, en el barrio neoyorkino de Brooklyn. Era los felices 20, cuando una excitada sociedad de consumo se desparramaba en Estados Unidos impulsada por los préstamos y las compras a plazos. Engelberger estudiaría en la Universidad de Columbia y tras un periodo de trabajo por cuenta ajena se lanzaría a crear la primera empresa que comercializó robótica. El pasado 1 de diciembre falleció a la edad de 90 años, tras protagonista de la explosión de la robótica industrial y testigo de primera línea de la llegada de esta tecnología al mercado de consumo.
Engelberger tenía cuatro años cuando estalló el crack del 29. Tal vez las circunstancias económicas hicieron que su familia se mudara a Connecticut, pues es allí donde el futuro ingeniero se crió mientras miles de personas vagabundeaban en busca de cualquier trabajo. Para la carrera volvió a Nueva York y salió de la Universidad de Columbia en 1946, con un título bajo el brazo y un panorama alentador para un joven licenciado, en plena reconversión de la economía de guerra.
Pasó un tiempo trabajando en el campo de la ingeniería, pero tras el cierre de su división Engelberger se vio en la calle. No se pensó mucho qué hacer con su vida. Hacía poco había conocido a George Devol, quien dos años atrás había diseñado y obtenido la patente de un primitivo brazo robótico industrial.
Ambos se pusieron manos a la obra y fundaron la compañía Unimation, la primera de la historia especializada en robótica. El diseño de Devol se mejoró y la empresa produjo su primer brazo robótico. Lograron venderlo, aunque perdieron con la operación 35.000 dólares. Pero la venta les alfombraría el camino para el futuro. El cliente que se había interesado por su producto no era otro que General Motors.
El gigante de la automoción instaló el brazo robótico en una de sus fábricas, en Nueva Jersey. Era el año 1961 y se avecinaba una transformación integral en el modelo de producción del sector automovilístico. Tras General Motors compraron brazos robóticos Chrysler y la Ford Motor Company. La empresa de Engelberger pudo optimizar los costes de producción y obtuvo suculentas ganancias con el negocio.
A principios de los años 80 se decidió vender Unimation y Engelberger se marchó de la compañía, aunque seguiría ligado al mundo de la robótica. Sus charlas animaban a la investigación en este sector, impulsaban la adopción de la tecnología por parte de la NASA y hablaron en favor de su uso en el ámbito doméstico.
Su labor como divulgador estuvo surcada por otra aventura empresarial, cómo no, relacionada con la robótica, que también acabó en adquisición. En 1997 Engelberger recibió el Premio de Japón, que concede una organización de este país en reconocimiento por avances destacados en ciencia y tecnología. La nación nipona le debe parte de su ‘milagro japonés’, al padre de la robótica, pues el País del Sol Naciente invirtió enormemente en esta tecnología tras tener noticia de los desarrollos en Estados Unidos. Y precisamente la increíble expansión económica nipona comienza a principios de los 60, coincidiendo con el lanzamiento de los primeros robots industriales.
Imágenes: Wikipedia, II y NASA Johnson