Más eficientes, productivas, ocupan menos espacio y consumen menos agua que un cultivo tradicional.
Ya explicamos en alguna ocasión en Blogthinkbig.com que la granja vertical más grande del mundo tendría una capacidad de cultivo de unos 6.500 metros cuadrados. Localizada en Estados Unidos, esta tendría una capacidad de producción de unas 1.000 toneladas de verduras de hoja verde al año. Y es que la agricultura conocida como vertical tiene todas las papeletas para convertirse en la más popular y practicada de aquí a unos años.
Esta forma de cultivo, adaptado a las necesidades de una población mundial creciente, es la evolución de una de las actividades más antiguas practicadas por el ser humano. Sólo una granja de estas tiene la capacidad de ser 10 veces más eficiente que una de esas conocida por tradicional.
Para el año 2100 está previsto que la población mundial alcance la elevada cifra de 11.000 millones de personas. Lo cual supone tanto un problema logístico, como uno de intendencia. Dando por hecho el dato de que a más población, más cantidad de alimentos hay que producir también hay que añadir el dato del espacio. La superficie de terreno cultivable ha ido disminuyendo con el paso de los años a favor de terrenos urbanos más productivos en términos financieros. Por esta razón, una granja vertical alcanza los conceptos de eficiencia, productividad y menos espacio de actividad, al menos de forma horizontal.
Unos cultivos verticales que darían la posibilidad de no estar obligados a practicarse en terrenos «de campo», abriendo así la posilidad de conquistar las ciudades como núcleos de producción. Los cultivos urbanos, que mezclan las técnicas de plantas interiores y cultivos hidropónicos, abren una posibilidad infinita en los próximos años. A través de lámparas de luces azules y rojas se crean las condiciones óptimas para el crecimiento de los vegetales. Uno de estos ejemplos es el campo de Waregen, en Bélgica, que tiene la capacidad de «criar» unas 220 plantas de lechuga al día con sólo el 5% de agua necesaria para un campo agrario normal. Lo cual, dadas las circunstancias climáticas y de sequía que sufrimos a nivel global es un valor añadido.