Cada vez es más importante tanto para los entrevistadores como para el desempeño diario, aunque siempre ha tenido mucho peso. Algunos expertos la consideran "la habilidad clave" en el entorno del trabajo.
“Las empresas contratan a sus trabajadores por sus habilidades técnicas, pero las despiden por sus competencias emocionales”. Esta contundente frase es de Edgar Breso, docente de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC).
La recogemos de una conversación que ha mentenido con El Economista sobre la “inteligencia emocional”, ese concepto tan de moda que parece importante. Pero ¿realmente lo es tanto? Y ¿por qué ahora se tiene en cuenta?
Las habilidades blandas, en auge
Cada vez, menos personas tienen dudas al respecto. La “inteligencia emocional” es muy importante. De hecho, gobiernos de todo el mundo están incorporando asignaturas obligatorias que enseñan a relacionarse mejor.
En el terreno profesional, lleva tiempo destacando de manera especial. Las habilidades blandas (soft skills) -adaptabilidad, colaboración, gestión del tiempo…- son las habilidades más valoradas en los procesos de selección, incluso más que los conocimientos técnicos.
Sería absurdo desmerecer a estos últimos, pues son la información concreta y específica de una materia, pero en un mundo cada vez más competitivo estos se dan ya por hecho. O se dan más que antes. Y ahora se busca que los candidatos a un puesto en concreto sepan desenvolverse con facilidad y responder bien a las circunstancias que se le presenten en su día a día.
«Un equipo depende en gran medida de que sus miembros sepan gestionar sus emociones»
Sin embargo, esta “inteligencia emocional” no representa un plus en las entrevistas, solamente. Sino que afecta a todo, a la misma capacidad productiva, al rendimiento.
En otras palabras, “el funcionamiento de un equipo depende en gran medida de la capacidad de sus miembros para gestionar sus emociones”. Lo asegura Breso.
Para su compañera Mireia Cabero, también docente de economía en la UOC, “no es posible que el cerebro racional y creativo trabajen a alto rendimiento si emocionalmente no estamos bien”. Y, por el contrario, una persona capaz de gestionar bien sus emociones es más efectiva.
Su capacidad de adaptación, su memoria, su concentración, su creatividad… Todas estas habilidades o competencias se ven afectadas por el factor emocional.
Beneficios sociales y psicológicos
Cabero insiste en esta idea de las ventajas de contar con una buena “inteligencia emocional”. Es obvio que estos influyen -y mucho- en el tema laboral, pero también a nivel personal, interior.
Una persona inteligente emocionalmente podrá disfrutar más de los momentos y sobrellevar los momentos complicados. Vivirá los acontecimientos con más motivación, serenidad y optimismo y, con probabilidad, será mejor recibido por los compañeros.
Vamos, que su calidad de vida mejorará. Su tranquilidad…
Si hablamos de un puesto directivo, será más fácil inspirar a otros y generar confianza si la persona sabe gestionar bien sus emociones y la de los demás.
Para más información
Si quieres profundizar sobre este tema tan interesante, te recomendamos el libro Inteligencia Emocional de David Goleman, que fue el primero en popularizar este concepto. Ya en 1995 indicó que la inteligencia representa solo el 20% del éxito en el trabajo, mientras que la inteligencia emocional representa el 80% restante.
Asimismo, si te interesa saber más sobre cuáles son las profesiones más demandadas, te recomendamos también que eches un vistazo a la App Conecta Empleo disponible en el menú «Apps» de Movistar+. En ella, además, podrás realizar cursos gratuitos.
Ilustración de la cabecera: Mónica La Mola.