Cada vez se postula más la realidad virtual para formación. En los trabajos de riesgo hay si cabe más oportunidades
En el pasado Mobile World Congress una de las demos de HTC Vive te ponía en la piel de un pintor de coches. Te calabas el casco de realidad virtual y te ponían una pistola –también virtual– en la mano. A partir de ahí aparecía la estructura de un automóvil y los límites de la puerta marcados. Había que rellenar el marco con el spray que lanzaba la pistola , con cuidado, sin salirse de las líneas. Pero lo cierto es que no importaba si te salías de las líneas, porque el coche no era real, tampoco no se habían invertido miles de euros en fabricar la carrocería.
Al terminar el ejercicio la única reprimenda la recibes en forma de estadística. El software saca unos números que resumen tu rendimiento , tus oportunidades de mejora, tus puntos débiles. Lo que hace el usuario es entrenarse para cuando tenga que realizar de verdad esa tarea.
Es una formación sencilla. Sin los riesgos asociados a una situación real , donde hay que corregir el trazo si el nuevo empleado no cumple a la perfección con la tarea. El entrenamiento de los nuevos trabajadores hasta ahora corre a cargo de antiguos trabajadores. De manera que estos dejan de ser tan productivos porque están ocupados enseñando a los primeros. En cuanto a los nuevos, su capacidad productiva aún no se puede equiparar a la de un empleado corriente.
Este es uno de los argumentos que justifican usar la realidad virtual para formación. Otro de ellos se dirige a puestos de trabajo más concretos, donde hay riesgos. Y es que pintar un coche no es un empleo peligroso. Al menos no tanto como pueden serlo otros trabajos en sectores como la aviación, el militar o la energía nuclear. El peligro no es solo para el propio empleado, también para las personas a las que prestan un servicio. Solo hay que pensar en el campo de la medicina, más concretamente en el de la cirugía.
En la Universidad de Exeter, en Reino Unido, han colaborado con el sector de la energía nuclear para usar la realidad virtual para formación. Mediante un casco VR se pretende que el usuario aprenda las tareas que corresponderán a su posible trabajo. En este caso a la industria le interesa que sus trabajadores estén preparados para situaciones de estrés. Si hay una fuga en un reactor es necesario que la persona responsable sea absolutamente eficiente tratando la emergencia.
El sistema desarrollado rastrea el movimiento de los ojos y monitoriza aspectos de la psicología del usuario. El objetivo no solo es entrenar a la persona a base de meterla en situación, también se quiere aprender cómo reacciona la gente , qué errores cometerían en estas situaciones.
Todo conocimiento es poco cuando se trata de resolver situaciones de emergencia, donde puede ocurrir cualquier imprevisto. Los responsables del trabajo tienen interés más allá de la industria nuclear. Su intención es que su sistema se expanda con el tiempo a la aviación, a la medicina, la construcción o la minería.
Imágenes: Startupbootcamp, II
