El ser humano siempre ha buscado el origen y solución de las enfermedades que afectan a la vida. La tenacidad del hombre y la evolución tecnológica están permitiendo el uso de la realidad virtual en pacientes con depresión.
El interés por la realidad virtual va en aumento. Este campo se ha asociado tradicionalmente al mundo de los videojuegos, pero va mucho más lejos. Desde que Facebook adquirió Oculus Rift por 2.000 millones de dólares, el interés por la realidad virtual se ha disparado en muchos ámbitos, y es uno de los escenarios destacados como tendencia por Fjord Trends para 2016. El uso de esta tecnología para educación, trabajo y salud es ya imparable.
Según un estudio llevado a cabo por University College London (UCL) y el Instituto Catalán de Investigación y Recursos Avanzados (ICREA), los enfermos de depresión mediante la ayuda de terapias con realidad virtual han conseguido reducir notablemente sus síntomas.
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una enfermedad que afecta actualmente a unos 350 millones de personas. Conlleva variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. De hecho, puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad grave. Causa un gran sufrimiento y altera las actividades laborales, escolares y familiares de los pacientes.
Para ayudar a las personas con este tipo de problemas, el estudio comenzó con 15 pacientes de entre 23 y 61 años. Tras un mes de terapia, nueve pacientes consiguieron grandes mejoras, y cuatro de ellos experimentaron una disminución significativa de sus síntomas. El estudio fue publicado en el British Journal of Psychiatry Open, fundado por Medical Research Council.
El proceso
Como parte de la terapia, al paciente se le coloca un casco de realidad virtual con el que visualiza su cuerpo delante de un espejo, reaccionando ante esta ilusión virtual. Después, se le pide que muestre compasión ante un niño angustiado, con problemas, etc., que interactúe con él, y que analice las respuestas favorables del pequeño: deja de llorar y responde de manera positiva al trato recibido.
Seguidamente, los pacientes visualizan el avatar del niño y observan al adulto demostrando la compasión y los gestos de cariño hacia él. Un pequeño ejercicio de ocho minutos, repetido tres veces a la semana durante un mes.
El director del estudio, el profesor Chris Brewin (UCL Clinical Educational & Health), explica algunos de los problemas de las personas tratadas con el casco de realidad virtual y el objetivo pretendido: “Los pacientes que tienen problemas de ansiedad pueden ser excesivamente críticos con ellos mismos cuando algo no funciona como debería en sus vidas. En este estudio, el paciente, mediante la realidad virtual, reconforta a un niño, y más tarde escucha sus propias palabras, así los pacientes, indirectamente, están compadeciéndose a ellos mismos. El objetivo es enseñarles a comportarse de manera distinta para ser más compasivos con ellos mismos. Los resultados están siendo muy prometedores. Un mes después del estudio, muchos pacientes describen cómo la experiencia ha cambiado de manera positiva su forma de reaccionar ante situaciones cotidianas”.
Aunque los resultados son extraordinarios, existe un inconveniente, y es que la muestra de participantes para el estudio es muy pequeña, y es muy complicado decir si la terapia con realidad virtual realmente puede conseguir mejoras. Este estudio es más una prueba de un concepto, pero los investigadores continuarán con su trabajo con la esperanza de seguir desarrollando los procesos técnicos y teóricos para que, en un futuro cercano, la realidad virtual sea una herramientas básica a la hora de ayudar a las personas con estos problemas, como explica Mel Slater, profesor del ICREA, Universidad de Barcelona y UCL Computer Science: “Esperamos desarrollar todos los procesos técnicos, de tal manera que podamos llevar a cabo un ensayo más grande para determinar beneficios clínicos”. “Esta terapia podría tener un potencial enorme. La reciente comercialización de gadgets de realidad virtual al alcance de cualquier persona hace que este método y otros puedan realizarse en casa de una forma generalizada”.
Pero la realidad virtual no solo puede ayudar a las personas con problemas derivados de la depresión, sino que también tiene beneficios para personas con problemas de visión, como es el caso de Bonny, una mujer con el mal de Stargardt, una patología óptica que daña los fotoreceptores de la retina, y que está mejorando gracias al uso de las “cardboard” de Google. Y es que, gracias a la realidad aumentada, la proyección de imágenes estereoscópicas ha hecho que la mujer ponga rostro a sus nietos y a la gente que la rodeaba por primera vez en ocho años. Todo gracias a un smartphone y unas cardboad.
https://www.youtube.com/watch?v=0LBKNC7xj6M
En suma, una vez más, innovación y tecnología están alumbrando nuevas formas para determinar los procesos a seguir con diversas enfermedades, y en este caso, la realidad virtual se desbanca de la imagen de los videojuegos para ser parte de una realidad médica que está muy cerca de convertirse en algo cotidiano.