¿Quién dijo que la realidad virtual estaba solo enfocada al ocio y al entretenimiento?
Miles de personas a nivel global están afectadas por un trastorno conocido como paranoia severa. Una enfermedad que puede afectar a personas de cualquier edad y condición, y que tiene como peculiaridad el hecho de que los que la padecen son incapaces de discernir entre la realidad y la ficción. Con una percepción de los sucesos que difieren de los hechos objetivos, los tratamientos hasta la fecha se centran en el suministro de fármacos que rara vez se toman de la forma adecuada; el paciente no tiene la conciencia de que sufre una patología, por lo que consideran innecesarios esos tratamientos.
Ante esta situación, especialistas de la Universidad de Oxford han estado investigando con las tecnologías aplicadas a la realidad virtual en su enfoque más médico. A través de las gafas de visión, los médicos pueden enseñar a los pacientes qué situaciones son reales y cuales ficticias. De esta forma aprenden a diferenciar con seguridad entre unas y otras.
En declaraciones a Factor-Tech, el profesor y miembro del equipo investigador Daniel Freeman, confirmó que los resultados preliminares eran muy positivos. «En tan solo sesiones de treinta minutos, los pacientes registraban una reducción considerable de la paranoia». Además, a muchos de ellos les ha ayudado a reducir sus niveles de estrés y angustia, aumentar su felicidad y reducir el aislamiento.
Para el estudio, se dividió a los participantes en dos grupos. A los primeros se les alentó a dejarse llevar al 100% mientras que a los segundos se les dejaba mantener alguna de sus técnicas de defensa del entorno habituales. Los segundos registraron mucho mejores resultados.
Muy útil también para patologías referentes a los problemas de interacción social, en las que a través de este sistema esas personas pueden mejorar sus habilidades en un área de seguridad. Supuestamente, los rechazos a este tipo de tratamientos que tradicionalmente se han producido, quedarían resueltos, considerándose como una etapa anterior a la puesta en práctica en la vida real.
La cuestión es que aún queda mucho camino por delante en este sector. Pero está claro que la investigación médica y la tecnología nunca han ido tanto de la mano.