Hasta ahora, el vanadio ha sido utilizado principalmente para fabricar aleaciones con acero, con el objetivo de construir estructuras como puentes o vehículos más fuertes y a la vez más livianos. Ahora, se ha descubierto una utilización completamente diferente para este elemento.
El vanadio es un elemento que se ha utilizado para multitud de aplicaciones, muy diferentes entre sí. Desde el siglo III a.C., la humanidad empezó a explotarlo, aunque sin saberlo, para fabricar el llamado ‘acero de Damasco’, un material con el que se hacían las espadas más afiladas del momento. Desgraciadamente, a mediados del siglo XVIII las reservas conocidas de vanadio, en el sur de India, se agotaron.
Actualmente son China, Rusia y Sudáfrica las potencias mundiales que controlan la producción y la oferta del preciado elemento, que hoy en día se extrae como escoria del mineral de hierro. Pero, ¿por qué es tan importante en los sistemas de producción hoy en día?
La razón tiene mucho que ver con el aumento de demanda energética por parte de las grandes metrópolis. La electricidad en las grandes ciudades estadounidenses se encarece en gran medida debido a que el petróleo y el carbón tienen que llegar en barcos, porque no cuentan con depósitos propios. Y la energía solar, aunque se está expandiendo a gran velocidad, todavía no es lo suficientemente eficaz como para hacer frente a esta demanda.
Por suerte, Bill Radvak, presidente de American Vanadium, cree tener la solución para estos problemas.
El vanadio en el siglo XXI
American Vanadium decidió reabrir una mina de vanadio en Nevada en 2006. Aunque su intención era utilizar el elemento de la manera tradicional, el uso del vanadio para redes eléctricas abrió todo un campo de investigación.
El electrolito es un subproducto del proceso estándar del uso de ácido sulfúrico para extraer el vanadio de su mineral, y constituye el ingrediente clave las baterías basadas en vanadio.
La explicación teórica dice que el vanadio es un elemento al que se pueden dar y quitar electrones con mucha facilidad, lo que lo convierte en una batería sumamente estable. Las baterías de flujo de vanadio son tan estables que pueden descargarse y recargarse más de 20.000 veces sin que pierdan poder. O, lo que es lo mismo, pueden durar décadas, o al menos eso se piensa, ya que no se han utilizado el tiempo suficiente como para demostrar esta teoría.
Las baterías de vanadio tienen dos hándicaps principales. Por un lado, su tamaño suele ser descomunal: las baterías que American Vanadium está produciendo con la firma alemana Gildemeister ocupan el espacio suficiente como para estacionar un coche encima. Y el otro punto negativo se basa en su precio. Una unidad ronda los 100.000 dólares.
Otros usos del vanadio en la actualidad
Además de lo comentado anteriormente, el vanadio cuenta con muchos otros usos tan interesantes como el de las baterías. Incluso algunos de ellos son más factibles actualmente que el de Gildemaster.
Por ejemplo, en el campo de los dispositivos móviles, mientras que los procesadores abaratan sus precios año tras año siguiendo religiosamente la Ley de Moore, el precio de las pantallas no para de crecer. El vanadato de estroncio y vanadato de calcio muestran una alta transparencia óptica, a pesar de su alta conductividad, por lo que podrían convertirse en un perfecto sustitutivo, consiguiendo que el precio de estos componentes disminuyera.
Eso sí, los investigadores afirman que todavía quedan al menos 10 años de investigación y desarrollo de las tecnologías basadas en el vanadio, por lo que parece que tendremos que esperar un tiempo antes de poder disfrutar de este tipo de avances.
