tecnología inyectable

De la tecnología wearable a la inyectable

Científicos de la Universidad de Harvard desarrollan tecnología inyectable con un diámetro de 100 micrómetros. Podría ser aplicada en el cerebro para monitorizar o curar enfermedades.

En la película de ciencia ficción In Time, el sueño del elixir de juventud se ha hecho realidad. Los seres humanos no envejecen, pero a partir de los 25 años sólo cuentan con doce meses más de vida. Un reloj digital, colocado debajo del antebrazo, les muestra cuánto tiempo les queda. Esta tecnología inyectable puede ser modificada en caso de que ganen minutos, horas o días. Y es que el dinero no existe: se ha transformado en tiempo para alargar la vida.

Aunque el mundo distópico que propone la obra de Andrew Niccol está lejos de convertirse en realidad, lo cierto es que alguno de los avances tecnológicos que presenta podrían estar cada vez más cerca. En un escenario en el que la tecnología wearable permite, por ejemplo, que las personas diabéticas controlen sus niveles de glucosa a través de tatuajes, la investigación sigue buscando cómo mejorar la vida de las personas.

Por prometedora que parezca, la wearable tech no puede llegar a lugares tan recónditos como el cerebro. Por eso necesitamos dar un paso más: avanzar hacia la tecnología inyectable. Con ella podríamos, por ejemplo, monitorizar la actividad neuronal o estimular la regeneración de neuronas en ciertas zonas que hubieran sido dañadas. ¿Ciencia ficción o realidad?

tecnología inyectable

Tras la creación de los primeros microchips injertables, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard se ha propuesto crear dispositivos electrónicos inyectables mediante una fina aguja. Sus resultados, publicados en Nature Nanotechnology, demuestran que es posible fabricar tecnología inyectable con un diámetro tan pequeño como 100 micrómetros.

Estos sistemas podrían ser inyectados en cavidades biológicas -innacesibles por la tecnología wearable convencional-, y posteriormente desplegarse hasta alcanzar la forma correcta. La inyección de estos primeros componentes electrónicos en geles densos, tejidos y cavidades ha presentado un rendimiento superior al 90%. Como explica Charles Lieber, «la tecnología inyectable tiene suficiente potencial como para ser revolucionaria».

Su desarrollo, además, ofrece la posibilidad de explorar qué sucede con las estructuras mixtas de componentes electrónicos y biológicos. ¿Pero qué usos podría tener? Según explican en Nature Nanotechnology, estos dispositivos podrían monitorizar lo que ocurre internamente en cavidades -biológicas o no-, integrarse en diferentes regiones cerebrales sin causar una respuesta inmune  y grabar la actividad neuronal in vivo. Aplicaciones asombrosas que demuestran el gran potencial de la tecnología inyectable.

Imágenes | Harvard University

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