El Reino Unido quiere apostar por aprovechar las mareas mediante la construcción de lagos artificiales donde se instalen turbinas.
El Reino Unido se enfrenta a los mismos problemas energéticos que el resto de países occidentales. En un futuro no muy lejano tendrá que hacer dejar de funcionar tanto centrales termoeléctricas como reactores nucleares. Para sobreponerse a ese receso de producción, al menos de manera parcial, ha surgido una propuesta de generación mediante mareas controladas en lagunas artificiales. Su coste, unos 15.000 millones de libras. Sin duda, un gran coste, pero también una mirada hacia un futuro renovable.
La subida y la bajada de las mareas tiene de por sí un gran potencial para ser aprovechado, tanto por la corrientes como por las olas generadas, y de hecho, ya hay lugares donde están siendo empleados a pleno funcionamiento sistemas basados en estas soluciones. Básicamente, se aprovecha la subida de la marea en presas de gran tamaño, lo que acciona las 16 turbinas bidireccionales con las que cuenta el proyecto. Más tarde, cuando la marea retrocede, se libera el agua impulsando las turbinas de nuevo.
En el proceso, que según los responsables, puede aprovecharse durante 14 horas diarias, se generarán miles de megavatios de energía a lo largo de 120 años, que es la cifra que se atreven a dar sobre la duración de cada lago. Con sus 350 megavatios, el prototipo de Swansea Bay tienen capacidad de alimentar a 150.000 hogares, la composición habitual de una ciudad pequeña. Puede estar listo en 2019 siempre que el proyecto sea aprobado por la Administración de la nueva Primera Ministra Theresa May, tras un exigente proceso de análisis.
En cuanto a su impacto ambiental, Swansea Bay ocuparía 11 kilómetros cuadrados de la había rodeados por un muro de 9 kilómetros de longitud. Sin embargo, el plan incluye que la construcción también se aprovechable por los ciudadanos, por lo que arquitectónicamente sería agradable y contaría con un carril bici situado encima del muro. Dentro de la propia laguna se instalarían centros de aprendizaje de navegación y piragüismo. La preocupación es conocer cómo puede afectar algo así a las poblaciones de aves y a los bancos de peces que se encuentren en la zona, por mucho que se construya con la preservación de todo ello en mente.