La consigna ahora es internacionalizar. No hay que quedarse de brazos cruzados esperando que pase la tormenta. Hay que salir fuera, establecer delegaciones en el exterior, porque los demás países ya lo están haciendo. El fenómeno de la globalización ha hecho que la mayor parte de la producción y el aprovisionamiento se hayan trasladado a los países emergentes, donde los costes son mucho más bajos. Hasta aquí nada nuevo.
Pero cuidado, si se analizan los datos, hay motivos más que suficientes para preocuparse. Según Josu Ugarte, presidente de Mondragón Corporation, ponente en el Foro Con Tu Negocio de Movistar, celebrado la semana pasada en Sevilla, el 80% de la producción de electrodomésticos, ascensores, máquina herramienta, aerogeneradores o placas solares se concentra en solo diez países en el mundo. Son datos demoledores.
No obstante, cuando se habla de países como India, China o Brasil automáticamente seguimos pensando en pobreza y poca cualificación, pero esto ya no es así. Y los informes lo demuestran: cada año se licencian 500.000 ingenieros superiores en China, más que en EE.UU. y Europa juntos. Pero no solo en sus países de origen, también se especializan fuera, por ejemplo, el 11% de los estudiantes que se doctoran en Estados Unidos son chinos y el 5% hindúes.
¿Qué está sucediendo? Que Occidente se está quedando atrás, no solo en cuanto a producción, sino también en cuanto a trabajadores cualificados. La tendencia está cambiando a pasos de gigante. Si no podemos ofrecer precios bajos de producción y además ahora gran parte de los expertos y especialistas proceden también de las economías emergentes, ¿qué podemos hacer para salir adelante?
Primero, empezar a ser más productivos. Según Juan Luis Ramos, director de Marca en Sage, en España trabajamos de media 277 horas más al año que Alemania y 214 más que Francia, y aun así somos menos productivos. No se trata de echar horas, sino de ser eficientes. Necesitamos un cambio de mentalidad.
En segundo lugar, y en palabras de Josu Ugarte, hemos de contemplar el mundo como un solo mercado. Esto quiere decir que hemos de instalarnos en los lugares que más competencia nos hacen, pero no como extraños, sino con naturalidad y con un conocimiento previo de su cultura y sus costumbres. Hay que ser multiculturales. No se trata de enviar a españoles al extranjero para que gestionen nuestra presencia allí, hay que reorganizarse y articular la expansión contando con profesionales locales, que serán quienes nos ayuden a conseguir cuotas de mercado, rentabilidad y desarrollo para nuestras empresas fuera y, como consecuencia, a mantener nuestras empresas en España.
Por último, antes de salir al exterior, es preciso conocer los mercados destino y sus características, así como el protocolo de negocios internacional. Y la regla de oro: no pensar en los beneficios a corto plazo, sino más bien en el medio-largo plazo. Los países emergentes son una oportunidad, no un obstáculo, o como dice Ugarte, los mercados que no crecen son los que no aprovechan las oportunidades que les ofrecen otros países. Aprovechémoslas y salgamos al exterior, porque tenemos talento para ello.