Los chips basados en neuronas biológicas quieren desafiar la ley de Moore

Oshiorenoya Agabies el fundador de Koniku, una compañía centrada en desarrollar neurochips que no sólo simulen el funcionamiento del cerebro, sino que utilicen neuronas creadas en laboratorios para "pensar".

Oshiorenoya Agabi es el fundador de Koniku, una startup fundada en 2014, con sede en Newark, California. La base de su acitividad es la premisa de que el cerebro humano es el ordenador más potente, y sobre todo, eficiente, creado hasta la fecha. Partiendo de ello, la idea es dotar a los chips informáticos de esa capacidad de procesamiento, uniendo la parte electrónica con neuronas creadas en laboratorios.

De hecho, el equipo de Agabi ya ha creado un, como ellos llaman, neurochip. Formado por neuronas biológicas, es capaz de detectar partículas en partes por trillón con tan sólo 64 neuronas, lo que le da una sensibilidad sin precedentes.

Sin embargo, quieren expandir el número de neuronas contenidas en su chip al igual que se hace en los procesadores de silicio, hasta conseguir millones de neuronas por chip, expectativa que, de momento, resulta más una utopía que una cifra cercana a la realidad. Pese a ello, el objetivo final es superar claramente la ley de Moore.

Al principio, comenzaron simulando el funcionamiento neuronal con chips tradicionales, pero pensaron en que nunca llegarían a las mismas soluciones sin integrar realmente partes biológicas. Otras grandes empresas están investigando en estructuras informáticas similares a ordenadores, pero sin las partes biológicas que hacen especial al proyecto de Agabi.

Los primeros neurochips están listos para ser vendidos en los próximos meses, y uno de los primeros clientes es una compañía de drones que, con las capacidades de los nuevos cerebros sean capaces de detectar filtraciones de metano en refinerías de petróleo. Otra empresa, por su parte, quiere detectar los efectos que las medicinas tendrán en el cerebro.

El aspecto que probablemente más quiere mejorar el equipo es la eficiencia. Partiendo de que quieren que la informática llegue a la capacidad de proceso del cerebro, comparan el consumo energético teórico de ambos, y observan que, el ordenador más potente consume 24 megavatios, mientras que al cerebro le basta con 10 vatios.

Por último, Agabi piensa que los neurochips más desarrollados, tendrán la capacidad (al igual que hace el cerebro) de adelantarse a cualquier otra técnica de machine-learning, debido a cómo funciona un cerebro humano frente a los juegos de instrucciones más estrictos y programados de un procesador.

Imagen: Koniku.

 

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