Un grupo de investigadores ha creado un método para usar la información contenida en tu smartphone con el fin de que sirva como contraseña.
El problema de las contraseñas es bicéfalo. Por un lado se necesita que sean seguras, esto nadie lo discute, pero también queremos que sean fáciles de recordar. Una retahíla de caracteres inconexos no entra dentro de esta última categoría. Por eso establecemos como clave nombres con números, salpicados de mayúsculas y algún que otro carácter exótico. El rizo se retuerce cuando son varios los servicios a los que tenemos que acceder, con varias contraseñas a recordar.
El sector tecnológico es consciente de este escollo en la usabilidad y no son pocas las propuestas que se suceden para salvarlo. La mayoría de ellas implica la puesta en marcha de tecnología novedosa. La biometría está en el centro de las propuestas para mejorar las contraseñas. La huella dactilar es un ejemplo que ya se encuentra implementado comercialmente. Su adopción está teniendo a Apple como abanderada.
Hay otras técnicas que no están teniendo un padrino tan influyente, pero también se encuentran en una fase comercial avanzada. El reconocimiento de voz es otra de las fórmulas que se pretenden usar para sustituir a las contraseñas. Mientras que propuestas más aventuradas, como la lectura de las venas de la mano o el reconocimiento del iris, están a la espera de implementación comercial. Incluso existen tecnologías cuyo desarrollo aún está llevándose a cabo, que pretenden usar los pensamientos para permitir el acceso.
PayPal, una compañía con gran interés en facilitar el inicio de sesión en su servicio, pero que también necesita poner un cuidado extremo en la seguridad, reveló hace poco que trabajaba en el desarrollo de contraseñas dentro del propio cuerpo, en el estómago o junto al cerebro. Un paso más allá, sustentado, como las propuestas anteriores, en tecnologías novedosas.
El planteamiento de un grupo de investigadores de varias universidades es más sencillo, y quizá más ingenioso. Se trata de buscar en el smartphone información que solo pueda conocer el usuario. Cuál es la última persona con la que habló por teléfono el día anterior o cuál es la primera a la que ha escrito un mensaje hoy pueden ser preguntas que sirvan para desbloquear el terminal.
La contraseña más personal
Los investigadores, procedentes del Instituto Indio de Tecnología Kharagpur, en India, la Universidad de Texas y la de Illinois, en Estados Unidos, han estudiado a una muestra de personas para determinar qué tipo de información podían recordar relacionada con la actividad de su smartphone. Los aspectos estudiados van desde post y likes en Facebook, las web visitadas, las canciones que han reproducido o la gente con la que han tenido contacto.
El trabajo concluye que si se pregunta a la gente por actividad poco frecuente, como una llamada de alguien con quien normalmente no hablan, el porcentaje de acierto de la respuesta es del 95%. Mientras que solo pudieron acertar en preguntas del mismo estilo sobre otras personas en un 6% de las ocasiones.
Para usar los datos privados del smartphone como contraseña, a los investigadores solo les quedaba desarrollar un algoritmo que integrara las lecciones aprendidas en su análisis de la información contenida en el smartphone. El método también serviría para evitar compartir contraseñas, algo que se produce con frecuencia en servicios como los que reproducen vídeo o música por streaming.
De momento, hasta que todos tengamos móviles con sensores que reconozcan el iris, métodos de asociar nuestra contraseña a lo que pensamos o microships ubicados dentro de nuestro cuerpo que controlan el acceso a nuestros dispositivos, una pregunta relativa a nuestra actividad como usuarios en nuestro smartphone puede ser suficiente.
Imágenes: bigdigo, Ervins Strauhmanis y Wikipedia