Los semáforos, tal y como los conocemos ahora, son soluciones imperfectas para un mundo imperfecto. La tecnología podría dejarles sin trabajo de aquí a unos años.
La auto-conducción es una cuestión del presente. Con infinidad de fallos, algunos accidentes y aún en un proceso de normalización y estandarización, los coches pronto podrán llevarse a sí mismos.
Pero hay que ir por partes y poco a poco. De momento, algunas automovilísticas están probando algunas técnicas para mejorar los procesos de conducción y de conectividad. Una de ellas tiene como objetivo dejar a los semáforos «sin empleo». Al menos al modelo de semáforo que conocemos en la actualidad. Audi lanzará una opción en sus nuevos modelos a través de la cual los coches se comunicarán con estas señales luminosas.
En una versión simple del sistema lo que proponen, de momento, es un temporizador que analiza cuánto tiempo queda para el cambio de luz roja a verde. También ayudará a los conductores a saber si tienen que ir frenando a la hora de acercarse un semáforo que está a punto de cambiar de color. Obviamente esto no implica que el semáforo desaparezca, pero es un inicio para que la presencia de estos sea innecesaria a largo plazo.
Una red de detectores instalados en los coches y en los puntos estratégicos será suficiente para que la circulación en las ciudades siga su curso. Además de ser otro paso más para el desarrollo de una ecosistema tecnológico, propicio para los coches interconectados y de auto-conducción, es otra forma de gestionar el tráfico en las grandes ciudades de forma eficiente. Según sus desarrolladores, esta instalación permitirá duplicar la capacidad de una intersección de una carretera cualquier en una ciudad cualquiera. Además de una conducción mas eficiente, y menos agresiva, que ayude a modular el consumo medio de combustible dentro de las ciudades.
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