minería en la luna

La Luna, ¿nuestra nueva fuente de minerales?

Mientras ponemos camino a la Luna, Occidente vive tiempos convulsos. Rusia ha invadido Ucrania, el precio de la gasolina se disparó, y Europa teme congelarse en invierno. Sin energía el mundo no funciona, pero tampoco podemos estar secuestrados por los regímenes que gozan de esos recursos. Para reducir la dependencia del gas y el petróleo debemos acudir a las energías renovables, dicen los gobiernos europeos. Pero para su explotación necesitamos fabricar artilugios hechos con materiales conductores cuya explotación no solo daña el medioambiente, sino que depende de otro régimen contrario a nuestros valores: China. Además de contar con la mayor cantidad de recursos en tierras raras, es de los pocos países que puede permitirse su explotación y refinamiento a gran escala por el gran impacto medioambiental que genera. En Europa compramos teléfonos que incluyen esos elementos, pero preferimos que se contamine con su refinamiento en otro lado.

En medio de este panorama para nada alentador, EE.UU. y otros socios internacionales como la Agencia Espacial Europea, están a punto de volver a explorar la Luna. A largo plazo, el programa Artemis tiene el objetivo de establecer una presencia sostenible allí. Pero, ¿qué tiene que ver la Luna con las crisis energética, el medioambiente y las tierras raras? Puede que, en el futuro, mucho.

Una mina enorme

La Luna de los poetas, la siempre testigo de la unión de los amantes en las obras de teatro y los crímenes de navaja, es, simplemente, una gran roca color ceniza. Así que no debería sorprender a nadie que esté repleta de minerales como el hierro, el cuarzo o el cada vez más preciado silicio, indispensable para la producción de baterías eléctricas. Estos recursos podrían utilizarse para construir edificios, vehículos o paneles solares.

También se ha descubierto depósitos de tierras raras, elementos químicos muy escasos en la Tierra, pero que podrían encontrarse en abundancia en la Luna. Estos 17 elementos pueden ser empleados para crear baterías, ‘smartphones’ o armamento.

Aún más difícil de hallar es el Helio-3, un gas que podría utilizarse como combustible limpio y potente para los reactores de fusión nuclear. Y eso es lo poco que conocemos. Recientemente, la Administración Nacional del Espacio de China descubrió un nuevo mineral nunca visto antes en la Tierra allí. ¿Qué más elementos esconderá la Luna que puedan servirnos?

Estas hipótesis se van al traste rápidamente cuando uno piensa en el transporte de los minerales. Costaría millones de euros enviar unos cuantos kilos de silicio a la Tierra para hacer unos millares de teléfonos. De momento, es algo imposible. Pero sí que se pueden explotar los recursos de la Luna para comenzar nuestras operaciones sin tener que enviarlos desde aquí con el costo que eso conlleva. Es decir: si queremos explorar la Luna y luego Marte, va a ser más barato usar lo que hay allí. Además, también parecía imposible reutilizar un cohete hace 10 años, y SpaceX ya lo está haciendo fiablemente. Tal vez dentro de una o dos décadas no sea tan costoso establecer una ruta comercial con la Luna.

Cómo podríamos empezar a minar la Luna

¿Cómo podríamos comenzar a explotar la Luna? Contamos con tres elementos cruciales: agua, recurso indispensable para cultivar alimentos allí y que podría ser empleada como combustible de cohetes, Helio-3, que serviría para construir reactores de fusión nucleares, y tierras raras con las que fabricar los artilugios de alta tecnología necesarios.

Para minar esos materiales necesitamos equipamiento e infraestructura, por básica que sea. En lugar de transportar las máquinas necesarias, podríamos montar impresoras 3-D que fabricasen todo lo necesario. Es decir, robots que fabriquen robots capaces de trabajar y construir todo lo necesario. Para alimentarlos podrían hacerse uso del Helio-3 almacenado en tanques, aunque necesitaríamos construirlos allí, ya que sería muy difícil y costoso transportarlo.

Una vez logremos tener cultivos, energía e industria, todo podría crecer exponencialmente, tal y como ocurrió en la Tierra con la invención de la agricultura o la máquina de vapor. Los robots y unos pocos astronautas podrían depositar allí la semilla de un complejo minero en el que sustentar nuestro futuro.

¿Sería sostenible?

La Luna es una gran roca de más de 73.000 billones de kg. Es decir, aunque extrajésemos una tonelada de minerales al día tardaríamos cientos de millones de años en reducir su masa un 1%, lo que no generaría cambios gravitacionales, según el estudio de los científicos. Es más sostenible picar la Luna que picar en la Tierra. No solo por cantidad de recursos, sino porque su explotación y posterior tratamiento son contaminantes y generan un impacto negativo en el medioambiente. En la Luna no hay ríos que contaminar, ni atmósferas que perjudicar ni especies animales que se puedan extinguir.

La duda que queda es, además de si será posible, es quién tendrá derecho a explotarlo. ¿Por qué EE. UU. va a poder extraer Silicio allí? ¿Y si China también quiere? ¿Es primero que llegue se queda con todo? Según el Tratado del Espacio Exterior de 1967, ningún país tiene una propiedad única en la Luna y todas las naciones tienen los mismos derechos y acceso a esta. Pero, solo las naciones más poderosas cuentan con los recursos y el talento para llevarlo a cabo.

Por otro lado, nos podemos preguntar si queremos que la Luna, protagonista de poemas y ornamento en la cuna de nuestros hijos, se convierta en una mina para que podamos fabricar más teléfonos, televisores o lo que esté de moda dentro de cincuenta años.

Imagen de portada: Nikotxan

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