Científicos estadounidenses han conseguido colocar una mano biónica con sentido del tacto a un paciente, que pudo saber cuándo tocaba teniendo los ojos cerrados.
La robótica es uno de los sectores de la tecnología que más se ha desarrollado en los últimos años y su colaboración con el mundo de la medicina está siendo fructífera. En esta ecuación están implicados campos diversos como la fabricación del hardware, la conexión de este con las estructuras del cuerpo humano o la inteligencia artificial necesaria para que el conjunto funcione. En este caso se trata de un nuevo logro: la implantación de una mano biónica con sentido del tacto en un paciente.
No es la primera vez que se consigue dotar a un implante robótico de la capacidad de sentir. Un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago hizo públicos el pasado año los resultados de un experimento con monos en el que habían conseguido aportar a estos la sensación de tacto mediante una mano artificial. Los responsables del trabajo apuntaron que esta era la primera vez que un ser vivo podía percibir tacto mediante un implante artificial.
Desde la Escuela Politécnica Federal de Lausanne, en Suiza, y la Escuela Superior Santa Anna, en Italia, llevaron a cabo otra aproximación. Hace unos meses anunciaron que habían construido una mano artificial sensible al tacto, que podría hacer a los pacientes sentir y reconocer objetos. Sólo han pasado unos meses de este anuncio y ya se ha conocido otra investigación que ha logrado implantar una mano biónica con sentido del tacto.
El brillante trabajo, procedente de la Case Western Research University, en el estado de Cleveland, coincide con otro llevado a cabo por científicos de la Universidad Tecnológica de Chalmers, en la ciudad sueca de Gotemburgo, del que nos hemos hecho eco en el Blog Think Big. Cada uno de ellos por separado representa un gran salto hacia delante para el perfeccionamiento de implantes biónicos. Los suecos fijaron un implante de titanio directamente en el hueso de un paciente, lo que le permite recibir sensaciones táctiles en forma de vibraciones.
Pero la investigación del equipo estadounidense está más centrada en aportar directamente el sentido del tacto. El paciente que ha recibido el implante se llama Igor Spetic, tiene 48 años y sufrió una amputación tras un accidente industrial. Los científicos taparon mediante una cortina la mano artificial y probaron si Igor podía notar cuándo algo tocaba su extremidad implantada. En efecto, así fue.
No sólo eso, sino que Igor puede realizar tareas rutinarias como agarrar una botella de agua endeble y beber de ella o coger el tallo de una cereza. Dustin Tyler, profesor adjunto de ingeniería biomédica de la Case Western Research University, señala que realmente la percepción del tacto ocurre en el cerebro, no en la propia mano. “Perder un miembro es solamente perder el enchufe que enciende o apaga esa sensación”, indica.
Aún queda trabajo por hacer, pues la mano biónica con sentido del tacto de momento sólo se puede usar en el laboratorio, pues los sensores se encuentran en el exterior del implante. Los científicos aún tienen que integrar esta parte en la propia mano para que se pueda usar de forma corriente, en un entorno cotidiano.
Imágenes: Case Western Research University