Minecraft en las aulas: cuando un juego sirve (también) para educar

Los famosos cubos del mundo Minecraft forman parte de algo mucho más grande que un juego. Pocos padres lo adivinarían, pero sus hijos pueden aprender programación y robótica, y acercarse a la impresión en 3D gracias a un par de iniciativas educativas españolas que utilizan el juego en lugar de libros de texto. Hablamos con sus responsables.

En tan sólo 47 días, un adolescente puede construir una pirámide. Él solo, sin la ayuda de nadie. Los bloques de piedra, de un metro de lado van amontonándose uno a uno a una velocidad pasmosa hasta que el monumento funerario está listo: en poco más de un mes y medio, un joven cualquiera con un ordenador ha levantado la Pirámide de Keops.

El tiempo es relativo y en el caso de la construcción de una pirámide, más. En principio, el sentido común nos invita a pensar que recrear este símbolo egipcio en 47 días es todo un récord. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no hablamos de un superhombre levantando piedra a piedra la construcción faraónica en poco más de un mes, sino de un chaval delante de un ordenador utilizando su teclado y su ratón para recrear la pirámide de Keops en Minecraft.

El esfuerzo no deja de ser titánico, pero de una forma diferente. No obstante, la misma construcción dentro del mundo cúbico de Minecraft se podría levantar en poco menos de dos minutos. Nada de trucos combinando teclas a la antigua usanza, sino con un poco de programación en Python.

La recreación de esta pirámide maciza es sólo una pequeña muestra de que el videojuego es mucho más que eso. De hecho, hay unos cuantos locos en el mundo que no sólo piensan que Minecraft es de todo menos un videojuego, sino que además ven en el infinito mundo recientemente adquirido por Microsoft un recurso educativo incomparable.

«Es un ejemplo de integración. No sólo de programación, sino también de matemáticas e historia«, cuenta Diego Jesús Martínez, coordinador del centro Guadalinfo de Sorbas, un pueblo almeriense de menos de 3.000 habitantes en el que la pantalla se convirtió, gracias a Minecraft, en la pizarra con la que los niños pueden aprender programación y mucho más.

«Normalmente, un niño en Minecraft va haciendo algo poniendo los bloques uno a uno. Sin embargo, con las instrucciones de Python puede hacer un árbol dándole tan solo a una tecla. Metiendo el ‘script’ en una función, y esa función en un bucle for, ya podría hacer un bosque», explica Martínez.

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Árboles en Minecraft programados en Python (Diego J. Martínez)

Construir una pirámide egipcia, plantar de golpe todo un bosque y, por qué no, recrear el ataque que realiza un virus a una célula: las posibilidades de Minecraft son casi tan infinitas como su mundo. Ya por sí solo el videojuego es utilizado en otros sistemas educativos para enseñar en las asignaturas de toda la vida, pero su utilidad puede ir mucho más allá.

Con la compañía adecuada, Minecraft abre las puertas de la educación tecnológica. No digas Cuadernos Rubio y Vacaciones Santillana; di Python y Raspberry Pi.

«Es un trinomio muy potente», afirma Martínez. Y no le falta razón. Desde que Mojang, el estudio responsable de Minecraft, liberara una versión simple del juego que se puede instalar en ese pequeño ordenador de bajo coste que es Raspberry Pi, junto con una API en Python para poder ‘hackearlo’, el mundo de los bloques es más infinito si cabe.

Las tres patas de este proyecto encajan a la perfección: la comunidad que hay alrededor de Raspberry Pi trabaja y comparte el código para que otros puedan utilizarlo en la enseñanza; Python ofrece un lenguaje de programación «suficientemente sencillo para los niños», asegura Martínez; y, por último, Minecraft pone el resto.

Al fin y al cabo, es mucho más que un juego, tal y como confirma el responsable de este centro Guadalinfo, «es un salto cualitativo tremendo para enseñar programación y también para la educación matemática, artística, histórica…».

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Raspberry Piy y Minecraft, mucho más que un ordenador y un juego (Raspberry Pi)

Por si eso de enseñar programación sabe a poco, las posibilidades del juego creado por Marcus ‘Notch’ Parssons van todavía más allá.

«También aprenden robótica», cuenta Jorge Pérez, director de Droide Comunidad, una iniciativa de robótica educativa en Valencia. Droide Comunidad es otro de esos lugares en los que los cubos que conforman el mundo Minecraft no son sólo un elemento con el que jugar. De hecho, esta iniciativa valenciana ha mezclado el videojuego con un juguete para enseñar robótica: en esta ecuación educativa también participan los Lego.

¿Acaso no es un combo maravilloso? Piénsalo. Los niños construyen su propio robot con Lego Mindstorms para luego manejar con él a un personaje que tiene que llevar a cabo ciertos desafíos dentro de Minecraft. «Este tipo de talleres permite que los niños y los padres vean que Minecraft no es sólo un videojuego con el que pasar horas delante de la pantalla, sino que también se puede aprender robótica», explica Pérez.

Con un poco de suerte, iniciativas como estas harán prender la mecha de la enseñanza con Minecraft en las aulas españolas. No sólo como técnica educativa revolucionaria para enseñar la historia del antiguo Egipto, sino también para que los más pequeños aprendan algo de programación y robótica, que algo de futuro tendrá eso, ¿no?

La imagen principal ha sido cedida por Guadatech.

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