El conocimiento sobre el control de nuestros movimientos puede ayudar a mejorar tecnologías relacionadas con la biónica. Científicos australianos exploran la definición que realiza el cerebro sobre nuestra propia movilidad. Estos son sus sorprendentes resultados.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo por el cual perdemos progresivamente el control de nuestra movilidad. Su origen se debe a la pérdida progresiva de neuronas de la sustancia nigra del cerebro, que provoca a su vez una incapacidad manifiesta para controlar nuestros propios movimientos.
Aunque fue descrita inicialmente en 1817, no fue hasta 1960 cuando se determinaron las bases bioquímicas que conducen a su aparición. El hecho de no poder controlar la movilidad es un hecho realmente grave para los pacientes afectados, que sufren el conocido temblor en reposo, la pérdida de reflejos musculares y en algunos casos, la rigidez muscular o la lentitud en determinados movimientos.
El mal de Parkinson es, sin duda, un problema médico muy importante, ya que a día de hoy no existen posibles tratamientos curativos. Sin embargo, estudiando el cerebro de los pacientes afectados podemos conocer un poco más sobre el control de la movilidad humana. ¿Cómo define nuestra mente qué movimientos debe hacer y cuáles no?
La recóndita profundidad del cerebro es clave
Hasta el momento, los neurocientíficos sabían que la corteza cerebral era capaz de controlar nuestra movilidad, enviando señales al tronco del encéfalo, que a su vez pasaría estos mensajes a la médula espinal. La activación de estos circuitos neuronales permite definir nuestros movimientos cuando, por ejemplo, caminamos. ¿Pero qué ocurre cuando «pensamos» en desplazarnos, sin que lleguemos a movernos? El estudio de pacientes con Parkinson mientras eran intervenidos quirúrgicamente sorprendió a los investigadores. Sus resultados, publicados en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, cambian buena parte del conocimiento sobre la dinámica y la actividad eléctrica de las neuronas que definen la movilidad humana.
La región del cerebro que también estaría implicada en el control de nuestros movimientos se denomina núcleo pedunculopóntico. Esta zona es muy interesante, ya que se encuentra en una posición intermedia entre la información que procede de la corteza cerebral y los datos que regresan a ella. Si el córtex está implicado en la definición de la movilidad, resulta lógico que lugares próximos puedan tener también un determinado rol en el control eléctrico y químico de nuestros movimientos.
La medicina actual no sólo se basa en el estudio de enfermedades y en la búsqueda de innovadoras terapias. Sin embargo, también puede aportarnos claves muy interesantes sobre el funcionamiento del cerebro. Quizás en el futuro, el conocimiento sobre el control de la movilidad permita mejoras en determinados desarrollos tecnológicos, relacionados por ejemplo con la sector de la biónica.
Imágenes | Gerry Shaw (Wikimedia), Christian (Flickr)