El ecosistema emprendedor, especialmente el relacionado con empresas de base tecnológica, es eminentemente masculino. Ahondamos en los porqués de esta situación de mano de expertos de este entorno y emprendedoras en serie.
La diversidad de género o, mejor dicho, la escasez de ésta es uno de los grandes desafíos del ecosistema emprendedor global, una realidad que se pone especialmente de manifiesto en el caso de las startups, empresas emergentes de base tecnológica, creadas y dirigidas en su mayor parte por hombres. Los datos que existen al respecto –también pocos– son demoledores: nueve de cada diez startups son fundadas y lideradas por hombres, según los datos extraídos del informe Startup Ecosystem Report 2012 (del que se está preparando una nueva versión este año 2015). Si recurrimos a datos más recientes, de 2014, y locales, como son los que aporta el capítulo español del informe GEM, que recoge el análisis del emprendimiento en este país, la situación mejora: el 35% de los emprendedores son mujeres. Claro que se trata de datos de creación de empresas en general, de modo que aquí entra desde una carnicería a una startup. “Apenas existen datos de género en el ámbito de las startups –asevera Javier Megías, creador de StartupXplore, comunidad de startup e inversores que pretende aportar luz al estado del emprendimiento de base tecnológica en España–, pero todos sabemos que la escasa presencia de mujeres liderando éstas es una triste realidad, y no solo en España sino también en países como Estados Unidos”.
Un estudio realizado por la firma legal Fenwick & West profundizaba precisamente sobre este tema hace unos meses concluyendo que en Silicon Valley, epicentro del mundo startup, la diversidad de género brilla por su ausencia: sólo hay un 10% de mujeres directoras en las 150 compañías más importantes de Silicon Valley. ¿Qué está pasando? ¿Por qué hay muchas menos emprendedoras que emprendedores, sobre todo en el ámbito tecnológico? ¿Cómo luchar contra esta situación?
Un cóctel de varios factores
Para Elena Cruz, directora del capítulo español de Girls in Tech, una organización sin ánimo de lucro que llegó a España hace unos meses apadrinada por Telefónica I+D, donde trabaja la propia Cruz, y que tiene como objetivo potenciar la participación de la mujer en el sector tecnológico y fomentar su espíritu emprendedor, se trata de una mezcla de factores, al igual que ocurre con respecto a la tasa de empleo entre las mujeres. “Si nos centramos en el ámbito tecnológico, en el que las cifras de paro son bastante mejores que en otros campos, destacaría el hecho de que el porcentaje de mujeres trabajando en tecnología, o formándose para profesiones en este campo, es muy inferior al de hombres –señala–. Si partimos de esta base, el que haya muchas menos emprendedoras que emprendedores en este sector es una de las consecuencias de estos números tan bajos, de ahí que, en mi opinión, una de las mejores formas de hacer que estas tendencias cambien es lograr que haya más chicas interesadas por carreras u opciones profesionales en el ámbito de la tecnología. De ahí surge el lema que nos hemos propuesto en Girls in Tech España: «De ser una excepción a ser excepcionales”.
En esta línea, su equipo de Girls in Tech tiene programas para mujeres que ya están trabajando en el sector, como puede ser el mentoring, las conferencias o lo que llaman las “Lady pitch nights”, que son precisamente concursos para startups creadas por mujeres (el próximo a nivel europeo se celebrará en París en octubre de este año). Para las chicas que aún se están formando, la organización promueve actividades en universidades o para niñas en edad escolar, “de forma que aquellas que están interesadas en las ciencias o en las matemáticas no pierdan el interés y se decanten, o finalicen, carreras científicas o de ingeniería”, añade.
La menor presencia de mujeres en las carreras técnicas explica en parte esa menor presencia de mujeres en el ecosistema startup, en opinión de Helena Díez-Fuentes, cofundadora de Bridge Bandit y Touch of Classic (esta última acelerada por Wayra), entre otras compañías. “Una gran mayoría de los emprendedores tecnológicos se forman en carreras técnicas: ingenierías informáticas, de telecomunicaciones… Y, aunque cada vez menos, las carreras tecnológicas han tenido un ‘estigma’ de que ‘son cosas de chicos’. No sé porqué la sociedad en general se ha formado esa idea y de dónde viene. Quizás sea porque este tipo de formación universitaria no se da a conocer de manera atractiva a las estudiantes jóvenes que están decidiendo qué estudiar y no se les explican todas las salidas y oportunidades de trabajo que estas carreras ofrecen a corto y largo plazo. Las mujeres pueden ser tan buenas en carreras técnicas y después en puestos en empresas tecnológicas como los hombres”, sentencia. Otro factor que, según Díez-Fuentes, influye en esta realidad es que “quizás las mujeres seamos más cautas a la hora de emprender. Cuando también tenemos en mente la responsabilidad de crear una familia, los riesgos que conlleva emprender hacen que esto pase a un segundo o tercer lugar en nuestra lista de prioridades”.
En su caso, desde luego la emprendedora siempre lo tuvo claro: “Siempre me ha gustado ser mi propio jefe, tomar decisiones y hacer las cosas a mi manera”. Para Díez-Fuentes, el emprendedor nace pero también se hace. “Eso sí no todo el mundo debe o puede ser emprendedor. Creo que se está generando mucha confusión a mucha gente a la que se le anima a emprender por encima de todo, como si fuera la solución a problemas como la crisis, el paro…, es decir, la panacea, y esto está generando mayores problemas a medio y largo plazo por el alto número de fracasos y decepciones que se producen”, argumenta.
Al igual que Díez-Fuentes hay más emprendedoras en serie. Marta Esteve es una de ellas. “Mi padre era emprendedor y me parecía divertido y libre poder elegir la dirección de tu vida y hacia dónde querías ir”, rememora. Tras estudiar empresariales, Esteve estuvo trabajando tres años en multinacionales hasta que en el año 2000 dejó su puesto y, junto a su marido, el emprendedor e inversor François Derbaix, se vino a España a fundar Toprural. La idea era que él dirigiera Toprural mientras que ella buscaba un trabajo para tener ingresos. “Dos años más tarde, cuando Toprural ya generaba ingresos, fundé Rentalia, web de alquiler de vacaciones. Después, en mayo 2012 vendimos ambas empresas y un mes después fundamos Soysuper, un agregador de supermercados online donde puedes hacer tu lista de la compra con transparencia de precios y enviarla fácilmente a cualquiera de los supermercados online habituales: Mercadona, Carrefour, Eroski, Alcampo, El Corte Inglés, Hipercor, DIA o Condis”.
Esteve coincide con las demás entrevistadas en que la poca presencia de mujeres en las carreras de tecnología o ingeniería hace que, al final, acaben emprendiendo en tecnología menos mujeres. Además, añade, “el hecho de que haya pocas mujeres referentes no ayuda a fomentarlo”. Tampoco lo hace, según Megías, que “la sociedad española siga siendo eminentemente machista y que el trabajo de emprendedor, sin horarios, haga prácticamente imposible compatibilizar la vida personal con la laboral”.
Menor acceso al capital riesgo
En todo caso, y yendo más allá de una cuestión cultural o de conciliación de la vida personal y la laboral, la realidad es que, al menos según puso de manifiesto un estudio de Stanford en 2013, se destina mucho menos capital riesgo a mujeres que a hombres (solo un 4,2%). “Este es un tema del que se está hablando bastante últimamente, incluso se han lanzado aceleradoras tecnológicas específicas para mujeres, como el caso de Women’s Startup Lab, enfocadas en incrementar el número de empresas lanzadas por mujeres –reconoce Cruz–. Iniciativas como éstas surgen porque hay que animar a que más mujeres se atrevan a poner en marcha sus ideas y hacer un negocio de ellas: el porcentaje de proyectos de este tipo liderados por mujeres es terriblemente bajo, al igual que la presencia femenina en puestos de decisión en las empresas de capital riesgo, y esto es lo que tenemos que ir cambiando”.
“Afortunadamente creo que esto está cambiando ya que los papeles del hombre y la mujer en la sociedad actual también se están equiparando a todos los niveles, pero al existir mayor número de emprendedores hombres, es lógico que sea así”, reflexiona por su parte Díez-Fuentes, quien reconoce que aunque “es cierto que hay una cuestión cultural que beneficia a los emprendedores sobre las emprendedoras como receptores de inversión cada vez se ven más casos de inversores que prefieren mujeres emprendedoras por las cualidades femeninas que aportamos: gran capacidad de trabajo, gran compromiso, sentido práctico, mayor humildad (no somos tan competitivas) y sensibilidad para el trabajo en equipo, entre otras muchas, claro…”.
La dinámica del capital riesgo es, según Esteve, la cara más osada del emprendimiento. “Como el porcentaje de éxito en las inversiones es bajo (un 10-20% de éxito en las inversiones), las que funcionan deben cubrir todo el resto. El capital riesgo busca invertir en aquellas empresas con potencial de multiplicar por 10 en 4 años. Se dice rápido, pero para conseguirlo hay que pisar fuerte el acelerador, apoyarse en un gran equipo y tener mucha osadía”, asevera la emprendedora e inversora. “Una vez pregunté a una firma de VC americana en qué se diferenciaban los business plans de las mujeres y de los hombres y dijo que en general éramos menos agresivas y aparecía en el plan menos equipo. La falta de estas dos características puede hacer que el proyecto sea menos escalable y atractivo para capital riesgo”.
Sofía Benjumea, directora de Campus Madrid, la nueva iniciativa de Google para los emprendedores en España, coincide con esta opinión: “Los inversores de capital riesgo destinan su dinero pensando en obtener un gran retorno, de forma que buscan empresas cuyos emprendedores tengan una mayor ambición y que piensen en un proyecto global. Las emprendedoras, por lo general, tienden a hacer proyectos más pequeños. Hay que ayudarlas a pensar en grande”. De ahí, precisamente, las iniciativas que está arrancando Campus Madrid para madres (también para padres), como Google for Mums, un programa de ocho semanas para ayudar a emprender. “Aunque el emprendedor no tiene edad ni sexo, es cierto que hay menos mujeres emprendedoras en el sector tecnológico”, reconoce la portavoz de una plataforma que ya tiene más de 2000 miembros, de los que un 25% son mujeres. “Sobre todo hay mucho trabajo por hacer antes de ir a la universidad. Hay que mejorar el hecho de que solo un 20% de mujeres estudien carreras técnicas”, añade.
Mejorar la confianza de las emprendedoras en sus propias posibilidades, así como la confianza que los inversores depositan en ellas es esencial para impulsar la creación y dirección de startups por parte de mujeres, según Elena Cruz. “aunque las generalizaciones siempre son peligrosas, es cierto que generalmente las mujeres somos más ‘prudentes’, de modo que no nos lanzamos a la piscina hasta que tenemos todo atado y bien atado. En un sector que evoluciona tan rápidamente como el tecnológico esto puede suponer que tu empresa nunca llegue a ponerse en marcha, porque tu idea se ha quedado obsoleta o te han comido el mercado, así que no nos vendría mal ser un poco más lanzadas a la hora de poner en marcha una idea”.
Doble esfuerzo
Se escriben ríos de tinta de lo duro que es emprender, del esfuerzo que conlleva, de que muy pocas startups logran el éxito… pero, ¿es aún más complicado si se es mujer o la existencia de algunas ayudas institucionales facilitan la labor? En opinión de Díez-Fuentes, “es igual de duro en lo que a ayudas externas se refiere. De hecho, yo no me he beneficiado de ninguna ayuda por el simple hecho de ser mujer y desconozco si existen en el plano institucional. Sí es más duro para las mujeres desde el punto de vista personal porque el peso de la responsabilidad familiar sigue recayendo en gran medida en nosotras y trabajar mucho fuera de casa para luego volver y seguir trabajando mucho dentro es agotador”.
“Yo no accedí a ayudas para mujeres –afirma por su parte Marta Esteve–. Recuerdo que en las ayudas que miré al inicio no bastaba con tener la mayoría de capital en manos de mujeres o ser varias mujeres. En algunos casos era necesario que fueran todo mujeres y eso en tecnología es difícil. De todas maneras, la búsqueda de subvenciones desenfoca bastante del objetivo principal, que es buscar clientes, por lo que tampoco he buscado demasiado”.
La menor presencia de mujeres en puestos directivos (incluido en startups) es, como decíamos al principio, una tónica que, en general, lacra a todos los países: “No hay diferencias significativas en la situación en España con respecto a otros países”, afirma Cruz a la luz de los datos recabados en Girls in Tech en otros lugares. De hecho, explica que las causas que llevan a esta situación son también las mismas en todos los países, de modo que es posible aprender de políticas o iniciativas que estén dando buenos resultados en otros sitios y aplicarlas en España.
Esteve, no obstante, sí percibe una menor presencia de mujeres en puestos directivos en España, por debajo de la media mundial y de la media de la UE. “Debemos aumentar la flexibilidad y el reparto de tareas en casa para conseguir que las mujeres deseen acceder y se sientan a gusto en puestos directivos”, sentencia. “Si nos comparamos con el resto de Europa y Estados Unidos, los países mediterráneos somos conocidos por arrastrar todavía una herencia machista –apunta Díez-Fuentes–. Hemos mejorado pero todavía queda mucho por avanzar para llegar a los niveles de otros países del norte de Europa en lo que al número de mujeres líderes y en puestos directivos se refiere”.
Un liderazgo… ¿diferente?
Otro punto de debate y, en este caso, muy subjetivo, es si existe diferencia en la forma de liderar una startup entre una mujer y un hombre. Esteve es tajante: “La forma de liderar depende del carácter de cada persona y de la dinámica con la que quiera (o pueda) dirigir la empresa. Si es necesario crecer rápidamente y multiplicar por 10 en 4 años, la forma de gestionar y liderar será muy diferente a si se busca crecer de forma conservadora, creando un negocio que se autofinancie”.
No obstante, Díez-Fuentes sí considera que las mujeres aportan ese “toque femenino” que se caracteriza por “una gran capacidad de trabajo y de sufrimiento, cero ego y una sensibilidad especial a la hora de llevar equipos y tratar con inversores”. Javier Megías también observa “más mano izquierda” en las mujeres y algo que considera esencial para liderar una startup: “La intuición, muy útil sobre todo en las primeras etapas”.
Otra pregunta ‘del millón’ es si el tipo de startups que fundan mujeres son distintas a las que crean sus congéneres masculinos. La cofundadora de Bridge Bandit considera que las mujeres se interesan más por resolver problemas que están directamente relacionados con la conciliación de la vida familiar y profesional, temas relacionados con la maternidad, los hijos, la educación, la moda, la economía familiar, alimentación, etc. “Si bien es cierto, que también existe un buen grupo de mujeres ingenieras, científicas, investigadoras, etc., que se interesan por montar startups relacionadas con otros aspectos como el medioambiente, la biotecnología, los recursos energéticos, la medicina, etc.
“Hay de todo –opina Cruz–, pero sí es cierto que aquellos proyectos con un trasfondo más social o de ayuda suelen contar con unos porcentajes más elevados de mujeres, lo que se suele llamar el valor social”. Con estas empresas, explica, ocurre algo similar con las carreras sanitarias donde los porcentajes de mujeres son más altos. Esteve también considera que las mujeres en general van a tender a solucionar los problemas con los que ellas se cruzan, “los cuales en muchas ocasiones son diferentes a los que ven los hombres”, sentencia.
Educación, la base
Desde luego impulsar el emprendimiento de base tecnológica en el colectivo femenino pasa por abordar un cambio en el entorno educativo. “No podemos pretender que haya más mujeres trabajando o emprendiendo en el sector tecnológico si los porcentajes de chicas en carreras de ingeniería están por debajo del 30%”, razona Cruz, quien cree que o estas cifras cambian “o no se se va poder conseguir que haya más emprendedoras en tecnología en el futuro”.
“Sería bueno motivar a las mujeres, ya desde los estudios de primaria y secundaria, para que elijan carreras tecnológicas y emprendan”, según Esteve. Para Díez-Fuentes, además de la educación en el colegio y la universidad la propia familia es clave para impulsar el emprendimiento y una mayor aproximación a la tecnología en el ámbito femenino.
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