Las estaciones espaciales privadas, creadas por una empresa en lugar de agencias gubernamentales, contarán con el apoyo de la NASA para su desarrollo.
Pasó el tiempo en que la exploración espacial era cosa de las agencias gubernamentales. Muy atrás quedan ya los años de frenética carrera entre la NASA y el Programa espacial de la Unión Soviética. Pero es que también la JAXA, en Japón, o la Agencia Espacial Europea también ceden protagonismo.
El fenómeno es global y es relativamente reciente. Los costes espaciales se han abaratado, con lo que empieza a ser verdaderamente rentable crear negocios en el sector aeroespacial. De ahí que las compañías privadas hayan brotado como setas en otoño.
No solo Elon Musk, Jeff Bezos y los otros multimillonarios que persiguen sueños extra orbitales. Hay compañías en muchos países trabajando para lanzar satélites e incluso para construir naves que puedan viajar largas distancias. En este contexto la NASA actúa como favorecedora de la tendencia. La agencia cuenta con un plan para impulsar estaciones espaciales privadas, al estilo de la Estación Espacial Internacional.
Su impulso es contundente. La NASA ha reservado 561 millones de dólares para invertir en este tipo de estaciones espaciales privadas. ¿El motivo? Llegará el momento en que la Estación Espacial Internacional tenga que jubilarse. Cuando se deje cae a los océanos, como Rusia hizo con la mítica MIR, se necesitará un reemplazo. Sin embargo, la perspectiva de lanzar otra estación resulta altamente costosa.
No resultaría tan oneroso, en cambio, apoyar el lanzamiento de estaciones espaciales privadas , para reservarse un hueco en ellas. Así, la NASA podría continuar sus investigaciones. Se trata, en realidad, de una propuesta de colaboración público-privada. Y no es nueva. La agencia estadounidense ya permite a las empresas instalar módulos en la Estación Espacial Internacional.
De la mano con la iniciativa privada
La NASA ve a las empresas como un aliado claro. En el futuro no se podrá permitir presupuestos tan altos como los que tuvo en décadas pasadas. Y el creciente interés de las compañías privadas ha resultado en una mercantilización del sector aeroespacial. Una tendencia que la agencia estadounidense puede aprovechar para posicionarse como un socio imprescindible.
Por eso la NASA prometió facilitar a las empresas privadasla explotación de recursos lunares. Siempre y cuando contribuyeran a sus misiones en la Luna. En todo momento se trata de una ganancia por las dos partes. Aunque para llegar a este punto la agencia ha tenido que hacer esfuerzos. Uno de ellos fue liberar un buen puñado de patentes –hasta 56– para incentivar el desarrollo de las empresas privadas.
Imágenes: NASA
