Ha vuelto a pasar.
Un año más, el sexto consecutivo, One Young World, el mayor evento de jóvenes comprometidos con el mundo en el que vivimos, ha reunido a más de 1.300 personas de 196 nacionalidades diferentes (es el segundo evento a nivel mundial que más diversidad concentra, después de los JJOO) para tratar los problemas que, cada día, inundan los medios de comunicación… y nuestras vidas.
Cuatro días para compartir, aprender, conectar y ponerse manos a la obra con proyectos e iniciativas que muchas veces nacen de una idea, y gracias a lo que hoy es ya todo un movimiento social, van tomando forma y llegan a impactar en la vida de otras personas. “Desde tu pequeño lugar en el mundo, puedes contribuir de manera increíble. Lo importante es que, cuando miremos atrás, nos demos cuenta de todo lo que hemos conseguido juntos”, nos recordaba una vez más Kofi Annan a los pies del Parlamento de Ottawa, la capital de Canadá, una de los países líderes en innovación sostenible.
Pero, ¿podemos cambiar el mundo? Da lo mismo si acabas de salir de la Universidad; si tienes una startup o solo un puñado de ideas; si trabajas para una multinacional o si todavía estás pensando cómo ganarte la vida. La respuesta, para todos los casos, es sí. Sí podemos, porque, de hecho, ya lo estamos haciendo.
Y este año han sido cinco los temas más destacados:
- Lo que sucede en un lugar del mundo, afecta inmediatamente a otro. Lo bueno y lo malo de estar hiperconectados. Lo vivimos con el conflicto en Oriente Medio y los atentados de Francia; con el cambio climático y sus efectos de norte a sur. Nuestro planeta es muy grande, pero las consecuencias hacen que estemos muy cerca unos de otros.
- Más allá del “business”. Telefónica es una de las empresas colaboradoras de One Young World desde sus inicios. Este año, 36 delegados han tenido la oportunidad de compartir los proyectos con impacto social que están impulsando dentro de la compañía con gente de todo el mundo. Porque creemos en un plan B que complemente al negocio y que contribuya a la sociedad en la que vivimos. Porque lo impulsamos desde Fundación Telefónica, el programa Think Big, las actividades de Voluntarios y ahora, con Profuturo, pero sobre todo, porque apuesta por el talento joven, y ese es uno de los activos de mayor valor para el futuro.
- Tecnología – y también datos- para el bien social. En un momento en el que nos cuestionamos si la tecnología que estamos construyendo realmente nos ayuda como seres humanos, es el momento de demostrar que estamos a las puertas del potencial que tiene. Soluciones en el campo de la salud, de la eficiencia energética… incluso los datos, aquellos que pensamos que van a robarnos, cruzados con otras fuentes pueden salvar vidas en situaciones de desastres naturales, o pueden ayudarnos a reducir la contaminación.
- Colaboración. Porque los “millennials”, aunque pasen horas metidos en sus redes sociales, saben que el trabajo en equipo es el mejor camino para llegar lejos.
- Igualdad, y este año especialmente, igualdad de género. Quizá porque Emma Watson -“Hermione” en Harry Potter y embajadora de las Naciones Unidas- sorprendió con su presencia inesperada, y porque sus palabras se unieron a las de la escritora Fátima Bhutto o a las de la actriz de “Suits” y también activista Megan Marckle, esta edición ha reforzado especialmente la idea de que la igualdad es un derecho y un valor transversal a todos los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, y por tanto, trabajar por conseguirla es asegurar los cimientos para el resto.
Algo mágico sucede cuando se junta la creatividad con el compromiso. Lo cierto es que este “Silicon Valley” del social business, esta incubadora de inspiración y talento, no se encuentra en un punto fijo en el mapa: más bien su poder se extiende a lo largo y ancho del mundo para, una vez al año, recordarnos que juntos podemos hacerlo.