Las bombillas incandescentes iluminan a partir de un filamento de wolframio que se calienta a una temperatura de hasta 2.500 grados.
Las bombillas incandescentes, esas que podemos considerar como “las de toda la vida”, transforman la electricidad en calor. Y tan intenso llega a ser este calor que emite luz. Explicamos de qué manera este invento del siglo XIX logra este fenómeno a partir del aporte de una corriente eléctrica. Crucial durante todo el siglo XX, estas bombillas han sido las responsables de iluminar artificialmente el planeta desde su invención, pese a que ahora hayan aparecido alternativas.
Las bombillas están compuestas de un casquillo y una cápsula donde se encuentra el filamento, que es el elemento que emite la luz. El casquillo recoge la corriente eléctrica que se inicia al presionar el interruptor y esta se transmite a través de un alambre metálico, que puede ser de cobre o níquel. Pasa por el filamento y completa el circuito a través de otro alambre.
El filamento es la clave de la bombilla incandescente. Es de wolframio, el metal con el punto de ebullición más alto, y está enrollado en forma de espiral. La idea es que quepa la mayor cantidad posible de filamento dentro de la ampolla, que ofrece un espacio reducido. Cuando el filamento se caliente y emita luz lo hará en mayor medida cuanto más extenso sea.
Cuando la corriente llega al filamento los electrones encuentran resistencia para pasar. Chocan con los átomos y las partículas se agitan. Cuanto más se mueven las partículas más aumenta la temperatura del material, tanto es así que el calor generado emite luz.
Si nos adentramos un poco más en el fenómeno de la incandescencia veremos que el movimiento de partículas hace que algunos electrones salten de su órbita a otra más externa. Esto significa que tienen más energía, pero les dura poco, pues el núcleo del átomo los vuelve a atraer hacia sus órbitas originales. En este regreso los electrones se deshacen de esa energía que habían adquirido en su anterior salto. El resultado visible de esta liberación de energía son fotones de luz.
La potencia de una bombilla
La potencia de una bombilla incandescente aumenta cuando lo hace la cantidad de filamento que lleva. Como el calor que desprende también se incrementa, la ampolla de las luces más potentes es más grande. Así se le da más espacio al calor para que se disipe. Al principio las cápsulas iban al vacío, pero después se introdujo en ellas algún gas que ralentizara la evaporación del wolframio.
Y es que el wolframio llega a 2.500 grados centígrados. Sabiendo esto es fácil entender que el 85% de la electricidad que se aporta se transforma en calor, mientras que solo el 15% de ella se convierte en luz. De ahí que las LED aparezcan como una solución mucho más eficiente al lado de las viejas bombillas incandescentes.
Imágenes: Xaver y paul_appleyard