El uso del GPS se ha generalizado y hoy en día lo usamos de manera habitual casi sin pensar que hace unos años era un servicio novedoso. El GPS tiene sin embargo una larga e interesante historia
Se suele decir que nadie da duros a pesetas pero en el caso de los satélites el aforismo no se cumple. Están a miles de kilómetros y suponen el desembolso de millones de dólares del presupuesto en Defensa de países como EEUU o Rusia, pero pueden ser utilizados gratuitamente por los ciudadanos de a pie. ¿Por qué?
Por extraño que parezca, que sea gratis es todo un negocio. Si nos centramos, por ejemplo, en el GPS, del cual es propietario el Gobierno de los Estados Unidos, la forma en que se hace dinero está en toda la cadena de actores que se beneficia del sistema satelital: fabricantes de navegadores, empresas de cartografía, desarrolladores de aplicaciones… Al final, el hecho de que el uso del GPS sea gratuito ha permitido generar toda una industria que mueve millones y millones de dólares y puestos de trabajo. Bien, ¿y quién paga la fiesta? ¿Quién soporta los lanzamientos de satélites y su mantenimiento? Si estamos hablando de que son propiedad de EE.UU, cae por su propio peso que los que lo sostienen económicamente son sus ciudadanos a través del pago de impuestos. Grosso modo, podemos decir que ellos son los únicos que pagan por el servicio, ya que el resto de los ciudadanos del planeta no abonan nada más que lo que le cuestan los dispositivos con los que utilizan la red GPS: móviles, navegadores, etcétera. Así las cosas, para aplicaciones de mercado que necesitan prestaciones superiores del sistema GPS –o de alguna de sus alternativas que veremos más adelante- como puede ser una mayor precisión, es necesario el pago de un canon.
Reagan permitió el uso civil del GPS tras una catástrofe aérea
En principio el GPS estaba únicamente restringido al uso militar, pero un incidente aéreo abrió su utilización a todos los públicos. Corría el año 1983 y, en plena guerra fría, un avión de Korean Airlines se perdió mientras volaba de Nueva York a Seúl y entró en espacio aéreo ruso. El ejército soviético interpretó que el avión era una amenaza y fue derribado con 269 pasajeros a bordo.
El hecho de que el suceso fuese provocado por la pérdida de rumbo del avión hizo meditar mucho a Ronald Reagan, a la sazón presidente de los Estados Unidos. Finalmente, Reagan decidió democratizar el uso de los satélites GPS, permitiendo a empresas y ciudadanos acceder al sistema sin coste alguno.
En otro orden de cosas, disponer de una red de satélites es de suma importancia para la defensa de un país. Hasta hace unos años la red GPS era la única en el mundo. Como su propietario exclusivo era el gobierno de los EEUU otros países y actores de peso internacional, por no depender del sistema americano, invirtieron sus esfuerzos en crear redes satelitales independientes. Es el caso de Glonass, impulsado por el gobierno ruso, Galileo obra de la Unión Europea o Beidou, un proyecto de la República Popular China.