Fotografía química

¿Qué es la fotografía química?

La fotografía química se confunde normalmente con la analógica, la designación más extendida, pero hay matices que diferencian a ambas.

A la fotografía analógica se le llama de muchas formas, de carrete, de rollo, incluso sencillamente fotografía tradicional, argéntica (en referencia al material fotosensible que se empleaba, un derivado de la plata) o fotografía química. Esta última denominación, sin embargo, no significa exactamente lo mismo que ‘fotografía analógica’. De hecho, lo que normalmente tildamos de ‘analógica’ es más bien ‘química’. La confusión entre los términos y los conceptos está muy arraigada, pero merece la pena desenmarañarlos.

Entramos ya en el terreno pantanoso de los matices, pero como en este caso se trata de ser puristas, vamos a ello. El término ‘fotografía analógica’ es un retrónimo, esto es, una palabra o expresión que surge para designar algo antiguo ante la aparición de algo nuevo, sirviendo para diferenciar ambas cosas. ‘Fotografía analógica’ nace cuando llega la fotografía digital, que adopta su propio término. Ya no se puede llamar a ambas sencillamente ‘fotografía’, pues hay diferencias explícitas entre las dos.

A partir de ahí el calificativo ‘analógico’ pasa a designar prácticamente todo lo anterior a la fotografía digital, excluyendo técnicas como las placas fotográficas u otras más antiguas aún. Sin embargo, lo correcto sería hablar de fotografía química. Siendo precisos, la fotografía analógica habría pasado sin pena ni gloria por la historia.

Para explicarlo mejor nos remontamos a la cámara construida por Steve Sasson en 1975, considerada bajo un amplio consenso como la primera cámara digital. Se trataba de un sistema electrónico que almacenaba patrones en una cinta de cassette, estos no eran más que señales electromagnéticas, analógicas y no digitales. La cámara también disponía de un circuito CCD, común en la fotografía digital, pero necesitaba usar un convertidor de analógico a digital.

Fotografía química

Algunos modelos de cámaras basados en esta tecnología se comercializaron en los años 80, pero lo hicieron con poca aceptación por parte de los consumidores. Su precio era alto y la calidad no era nada del otro mundo. Así fue como esta especie de tecnología, que es la que verdaderamente habría de llamarse analógica, sucumbió definitivamente cuando llegó la verdadera fotografía digital.

La confusión terminológica con la cámara de Sasson viene porque implantaba un sistema electrónico para tomar imágenes. Lo ‘electrónico’ se asoció rápidamente a lo ‘digital’ y se pasó por alto que esta tecnología guardaba en una cinta señales analógicas. En vídeo esto sería comparable a una videocámara VHS, un formato electrónico pero calificado por todos como analógico, aunque también se sirva de sensores CCD. Si nos retrotraemos más en el tiempo, el formato del celuloide se podría comparar con la fotografía química, la que ya existía antes de la cámara de Sasson y que ha dominado el mercado hasta que explotó la fotografía digital.

En el campo audiovisual está más clara la diferenciación entre la tecnología analógica y el celuloide porque la primera tuvo un recorrido comercial de cierta longevidad, todo lo contrario que la fotografía analógica, que no convenció a los consumidores. Estos pasaron de comprar cámaras de fotografía química a productos digitales, saltando por encima de la tecnología analógica, un salto que no se ha dado en la terminología. Por tanto, es más preciso hablar de ‘fotografía química’ en referencia a que la grabación de la imagen tiene lugar mediante procesos químicos. Si bien, para sembrar el debate también se puede decir que para la RAE ‘analógico’ hace referencia a un instrumento que representa una medida mediante variables análogas a las magnitudes correspondientes. Y esto lo hacen todas las cámaras.

Imágenes: Daniele Muscetta y Gueоrgui

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