Creada en Estados Unidos pero con fundadores chinos, la desconocida Royole ha ganado la carrera por presentar el primer smartphone flexible.
Se ha adelantado a Samsung en la primicia mundial de mostrar el primer smartphone flexible, ha asombrado con su propio diseño, y ha hecho reverberar su nombre en todos los medios tecnológicos de Internet. Royole ha sido la ganadora en la carrera por enseñar el primer smartphone plegable. Detrás, tiene seis años de desarrollo, un preciado know how en la creación de pantallas y una buena inyección de capital.
Sorprende que haya sido una empresa desconocida la que se haya llevado el gato al agua en un premio tan buscado. Pero lo cierto es que el éxito técnico de Royole no viene de la nada. En 2014 ya mostraron al público un hito nada despreciable. Se trataba de la pantalla flexible más fina del mundo.
Podía pasar como una rareza de laboratorio sin visos comerciales. De hecho quienes habían desarrollado este panel eran antiguos alumnos de la Universidad de Stanford. Y todo ello, el carácter futurista del desarrollo y la identificación académica de sus responsables, hizo que el hito técnico pasara desapercibido. Se habló de ello más como una curiosidad que como un futuro producto.
Cuatro años después, Royole ha demostrado que la observación de su logro como una curiosidad de circo era un enfoque equivocado. Al presentar su smartphone flexible, el Flexipai, la empresa ha anunciado su intención de comercializarlo primero en China. Un movimiento que muestra su audacia.
La elección de China tiene, sin embargo, otras motivaciones. Evidentemente, se trata del mayor mercado de smartphones del mundo. Pero Royole tiene fuertes lazos con este país.
Una empresa chino-americana
Los fundadores de Royole hicieron su doctorado en la Universidad de Stanford, pero su formación universitaria previa la cursaron en la Universidad Tsinghua, en Pekín. Un centro que en los últimos años se ha destacado por su excelencia en las áreas de ingeniería y ciencias de la computación.
Bill Liu y Peng Wei, los fundadores de Royole, son originarios de China, y allí realizaron sus estudios hasta que fueron a investigar a la Universidad de Stanford. Liu cursó la carrera de ingeniería electrónica en la Tsinghua, y después se especializó en ingeniería eléctrica, en la universidad estadounidense. Su colega Wei tiene un perfil de ingeniero químico desde sus estudios en China y, más adelante, con una beca posdoctoral en Stanford.
El capital de la empresa parece provenir en su gran mayoría de inversores chinos, entre los que se encuentran varios bancos del país asiático. Aunque también hay algunos nombres estadounidenses en el plantel de inversores, IDG Capital Partners. En total, la compañía ha reunido fondos por valor de 1.700 millones de dólares. Una suma que levanta su valoración hasta los 5.000 millones de dólares.
Con este dinero han abierto oficinas en California, Shenzhen y Hong Kong; han resuelto exitosamente el I+D para su smartphone flexible; y tienen en plantilla a más de 2.000 personas. Parte de ellas trabajan en una gran fábrica que la empresa tiene en Shenzhen. Pero es en Estados Unidos donde se quiere mover la cúpula de la compañía, que incluye a directivos estadounidenses.
Las empresas fundadas por chinos tienen fácil la entrada en el mercado pero se ven en apuros para entrar en Estados Unidos. Royole ha optado por seguir un camino transversal. Por lo que parece, el desarrollo se hace en el país americano, pero la fabricación, en China. Esto no es ninguna novedad si no fuera porque la empresa cuenta con un fuerte capital procedente del país asiático. Esta carambola empresarial es quien ha fabricado el primer smartphone flexible.
Imagen: Royole
