Los robots-insectos tratan de imitar la fisonomía de insectos para emular sus cualidades físicas. Es lo que se conoce como bionémesis.
Siempre se ha dicho que entre los pocos seres vivos que sobrevivirían a un holocausto nuclear están las cucarachas. Más fácil lo tendrían si no se llegara al extremo atómico y la destrucción fuera causa de un desastre natural o un accidente. En cualquier caso, entre los escombros de los edificios quedarían estos insectos, que se moverían entre las ruinas sin gran dificultad. ¿Por qué no aprovecharlos para buscar supervivientes en una catástrofe de ese tipo?
Tal vez las cucarachas no se puedan adiestrar para encontrar supervivientes entre las ruinas, pero diversos laboratorios están estudiando a estos animales para imitar su diseño. De esta forma se podrían crear robots-insectos –que en este caso tendrían forma de cucaracha– con el fin de buscar supervivientes en zonas catastróficas.
En el laboratorio Berkeley, de la Universidad de California, un equipo de ingenieros ha construido robots con forma de cucaracha. Cabe en la palma de una mano y está equipada con micrófonos y termostatos para detectar sonidos y el calor. Estos son sus recursos para encontrar supervivientes. Ni que decir tiene que una sola de estas cucarachas robóticas puede hacer poco para cubrir una superficie extensa, pero los creadores tienen una idea más masificada.
Si un edificio se derrumba se podrían soltar cientos de estos dispositivos, que se repartirían por los escombros para peinar la zona. El robot se llama VelociRoach y cuenta con diminutas patas preparadas para desplazarse en diferentes superficies. Además, también puede moverse lateralmente. Sin embargo, la imitación de los insectos por parte de la robótica contempla especialmente las habilidades sensoriales, aparte de la movilidad.
Si la VelociRoach está equipada con micrófono y termostatos, otros robots-insectos disponen de cámaras y giroscopio, así como elementos de comunicación, tanto para comunicarse entre sí como para lanzar alertar a los equipos de rescate.
La técnica consistente en que la robótica imite a los animales se conoce como biomímesis. Se han probado a emular las características de animales diversos, como la rana, pero los insectos han resultado ser los seres vivos más propicios para ser copiados. No en vano su adaptabilidad al medio los capacita para llevar a cabo tareas que los humanos no podemos hacer. Su tamaño, además, hace que los costes de experimentación sean menores que con un robot de grandes dimensiones.
La cucaracha no es la única forma de insecto que se ha imitado. También se han construido robots voladores, capaces de volar en entornos saturados de obstáculos, como un edificio en ruinas. Vuelan de la misma forma que lo podría hacer una mosca por un bosque. Otro insecto que se está buscando imitar es la abeja. En el Wyss Institute, de Harvard, se está trabajando en un robot similar a una abeja capaz de ser desplegado en operaciones de búsqueda y rescate en cualquier entorno.