El pasado 10 de junio tuvo lugar el Social Innovation Summit, en Washington DC. La cumbre reunió a todo tipo de directores, emprendedores y periodistas, que abordaron el tema de la innovación social desde diferentes puntos de vista.
Desde Megan Smith, jefa de tecnología de Estados Unidos, hasta Jack Andraka, joven inventor de 15 años que creó una técnica más accesible para diagnosticar el cáncer, se trataron las distintas maneras en las que la colaboración puede suponer un fuerte impacto en las empresas y, en definitiva, en la sociedad.
Otra de las cuestiones tratadas en la cumbre fue la diversidad. Según Jennifer Anastasoff, del Servicio Digital de los Estados Unidos en la Casa Blanca, “no se trata del dinero, tampoco de la tecnología, se trata de la gente y de encontrar el talento adecuado”.
Una de los proyectos que arrojan luz sobre los aspectos más humanos de los negocios de hoy, nació de la mano de Microsoft. En 2013, la compañía anunció la creación de una iniciativa para ayudar a la comunidad de desarrolladores de África a expandir sus habilidades a través de los recursos y el software provisto por Microsoft. Trabajar con AfriLabs, ayudó a la empresa a desarrollar entornos de trabajo sostenibles y hacer crecer innovadoras sturtups por todo el continente.
Por su parte, Corey Marshall supervisa proyectos en Splunk4Good, el programa de impacto social de las empresas de Splunk, un proveedor de soluciones de Big Data. Como parte de sus actividades de divulgación, Splunk ha estado aplicando la ciencia de datos para el bien social.
La marca ha posibilitado a los investigadores de la Agencia de Protección Ambiental ver de una manera diferente el valor de sus datos a través de análisis de sedimentos, y establecer interesantes vínculos entre la distribución del agua y la sequía, y dar otros puntos de vista a la comunidad de voluntarios, para que introduzcan el análisis de Big Data en sus propias campañas locales.
El manejo de información es muy valioso a la hora de determinar el éxito de una campaña. Pero hoy en día ya no es suficiente si sólo nos fijamos en las métricas más evidentes. Los negocios tienen que profundizar y analizar mejor los resultados, aunque a veces eso pueda ser una ardua tarea.
Cuando exploramos nuevas vías de propuestas de valor compartido, en ocasiones las compañías se encuentran trabajando hombro con hombro con su competencia directa. Pero esto no es necesariamente algo malo. Douglas Sabo, jefe de la Filantropía Corporativa Global y Responsabilidad de Visa, aseguró que está habiendo un gran aumento de asociaciones entre empresas que trabajan juntas en proyectos con metas que benefician a ambas. Estas colaboraciones, dijo Marshall, son hoy una de las partes más importantes en la creación de valor compartido, porque está abriendo el camino a nuevas alianzas sin precedentes. “Los intereses comerciales y los intereses de impacto social no son necesariamente excluyentes entre sí. Es cuestión de destapar capa por capa y ver lo que está motivando a cada uno de ellos”, concluyó Marshall.
Éste artículo ha sido publicado originalmente en el blog de Responsabilidad Social Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica.
