SpaceX, la compañía de Elon Musk, y la NASA logran el primer paso de una proeza hasta ahora inconcebible: llevar la secuenciación del ADN al espacio.
La empresa privada SpaceX ha vuelto a hacer historia. Hace unas horas, la compañía creada por Elon Musk lanzó con éxito una cápsula Dragon no tripulada para portar 2,2 toneladas de materiales en dirección a la Estación Espacial Internacional. Con este envío, SpaceX ha vuelto a demostrar la utilidad de los cohetes reutilizables para ahorrar costes en este tipo de misiones, un logro en el que también trabajan Blue Origin o la India.
El lanzamiento de la cápsula Dragon por parte de SpaceX se produjo a las 00.45 (hora local) desde Cabo Cañaveral (Florida), según retransmitió en directo la NASA. Minutos después del despegue, la primera parte del cohete empleado en el envío, un Falcon 9, consiguió regresar y aterrizar de forma exitosa. Antes de realizar la maniobra en tiempo real, la empresa de Elon Musk había probado la operación en cuatro ocasiones anteriores, una en una granja de Florida y tres en una plataforma situada en el océano Atlántico.
Además del éxito que supone enviar una cápsula no tripulada de este tipo y reutilizar el cohete de lanzamiento, SpaceX también está de enhorabuena por otro motivo. El despegue realizado desde Florida ha permitido el envío al espacio del primer secuenciador de ADN. Hace algo más de una década, cuando se completó el Proyecto Genoma Humano, parecía imposible que la lectura del genoma pudiera llegar a la Estación Espacial Internacional. Y, sin embargo, lo ha conseguido. La iniciativa, impulsada por la NASA en septiembre de 2015, consiste en trasladar un pequeño aparato, del tamaño de un pendrive, denominado MinION y desarrollado por la compañía Oxford Nanopore Technologies.
El objetivo es que los astronautas de la ISS puedan probar que es posible analizar el ADN en condiciones de microgravedad. Si lo consiguen, el estudio pasará de ser meramente anecdótico a servir como una herramienta clave para analizar el genoma en el espacio y, en caso de que fuera posible, leer el ADN de posibles organismos que pudieran encontrarse fuera de la Tierra. En otras palabras, la idea es contar con una tecnología punta y un laboratorio especializado para, llegado el caso, comprobar las trazas de vida en forma de genes que pudiera haber, por ejemplo, sobre Marte.
Los científicos pretenden además estudiar a nivel genómico los posibles cambios en la salud de los cosmonautas que estén en la Estación Espacial Internacional. Desde hace años las investigaciones tratan de determinar los efectos que la microgravedad tiene sobre el organismo, con el fin de adelantarnos al impacto que podrían tener en el futuro los viajes espaciales o el establecimiento de hipotéticas colonias fuera del planeta Tierra. El primer paso dado por SpaceX y la NASA, con el envío de un secuenciador de ADN a la ISS, permite acercarnos un poco más a este escenario futuro.