Una investigación conjunta de calado internacional ha logrado crear tejido cardíaco artificial y hacer que funcione en animales
La intervención médica en un órgano es complicada y el grado de cautela que requiere el corazón es aún mayor. Cualquier daño de magnitud que sufra el tejido cardíaco se considera hoy en día irreparable y la solución pasa por un trasplante, una operación que depende de la disponibilidad de órganos donados, habitualmente escasa; aparte de los riesgos que entraña. Un equipo de científicos de varios centros de investigación ha ensayado una aproximación diferente: crear tejido cardíaco artificial para parchear el corazón.
El Hospital Brigham and Women, la Escuela Médica de Harvard en Boston, y la Universidad de Sidney son los centros que han participado en esta investigación. Conscientes de la excesiva dependencia de los trasplantes para solventar los problemas con corazones dañados, los científicos han decidido crear tejido cardíaco artificial, que permita reparar el órgano en lugar de tener que sustituirlo al completo.
El equipo de investigadores ha probado estos parches de tejido cardíaco artificial en animales y ha logrado que les lata el corazón, un prometedor comienzo para futuras proyecciones. Para imitar las propiedades mecánicas y biológicas del órgano se ha utilizado un hidrogel elástico, fruto de un trabajo con proteínas naturales. El resultado es un material suave con abundante agua, similar a los tejidos que se pueden encontrar en un cuerpo humano.
La elasticidad, necesaria para permitir al corazón contraerse y expandirse constantemente, se logró gracias a una proteína presente en los seres humanos, llamada tropoelastina. Una vez sintetizado el hidrogel adecuado, los investigadores alentaron el crecimiento de células procedentes de un corazón. Y para que estas células nacieran y se posicionaran en la estructura correcta se aplicaron técnicas de impresión y microingeniería 3D, creando así en los hidrogeles patrones que forzaron un crecimiento en la disposición adecuada.
Traspasando las fronteras de la medicina cardiovascular
Estas estructuras forman parches de tejido cardíaco artificial. Una meta que también ambicionan otras investigaciones, como las que se han llevado a cabo en la Universidad de Duke y en la de Columbia. El objetivo en todos los casos es sintetizar materiales que puedan ayudar a reparar el corazón en caso de necesidad, incluso se baraja la posibilidad de realizar implantes para que el órgano sea capaz de curarse a sí mismo.
Más radical es la apuesta del Instituto de Innovación Cardiovascular en la Universidad de Louisville, cuyos científicos se han propuesto tener listo en menos de diez años un corazón artificial impreso en 3D y plenamente funcional, es decir, que se podría trasplantar con garantías a una persona con una dolencia cardíaca.
Una aplicación más pragmática es la que ha planteado un hospital de Kentucky, que construyó un corazón impreso en 3D con el fin de servir de apoyo en una operación. Mediante escáneres y otras pruebas médicas se creó un modelo en tres dimensiones del órgano del paciente. Después se imprimió en 3D con un tamaño mayor, para que los doctores pudieran apreciar cuáles eran las deficiencias con más claridad.
Imagen: The Hamster Factor