Energía para enfriar

Por qué usaremos más energía para enfriar que para calentar

En el futuro utilizaremos más energía para enfriar que para calentar. Irónicamente será esta actividad la que más contribuya al calentamiento global.

La demanda de aire acondicionado y otros tipos de refrigeración está aumentando a pasos de gigante. Lo ha hecho durante todo el siglo XX, pero las necesidades son cada vez mayores y pronto se empelará más energía para enfriar que para calentar. Se prevé que este límite se traspase a mediados del presente siglo. A partir de ese momento se dará la ironía de que el proceso de enfriar contribuirá más al calentamiento global que la de calentar.

Esta paradoja se sostiene en función de la cantidad de energía que se dedicará a ambas tareas. Enfriar consumirá más recursos que calentar y lo hará apoyándose en los combustibles fósiles, que son la principal fuente energética en la actualidad, así como la principal fuente de emisiones a la atmósfera.

Como se prevé que la quema de estos combustibles fósiles siga siendo la forma más importante de obtener energía, aquel proceso que los emplee con más profusión será el que más gases lance a la atmósfera. Todo esto a pesar de que el enfriamiento es un fenómeno relativamente reciente.

Hablamos, claro, de la refrigeración artificial. Dejando de lado el uso de bloques de hielo o de estructuras especialmente preparadas para mantener baja la temperatura, el primer equipo doméstico de aire acondicionado apareció en 1914. Los primeros frigoríficos, como tales, no llegaron hasta 1930, lo que deja apenas un siglo para el desarrollo de esta industria.

Ahora en los países desarrollados la cuota de frigoríficos por hogar ronda el 100%, mientras que la base instalada de equipos de aire acondicionado sigue aumentando. Se han convertido en una parte cotidiana de la vida en las economías avanzadas. Mientras que el aire acondicionado en los coches está presente en todo vehículo con menos de diez años de antigüedad.

Energía para enfriar

Pero esto solo es la punta del iceberg –aunque suene retórico hablar de más hielo– pues la refrigeración industrial se lleva una gran parte del consumo energético. El almacenamiento y transporte de muchos alimentos solo es posible gracias al enfriamiento. Gran cantidad de medicinas, como las vacunas, necesitan conservarse en unas condiciones de temperatura bajas.

La industria del acero, la transformación de plásticos y diversos sectores que se encuadran dentro de procesos químicos industriales necesitan refrigeración. Sin olvidarnos de lo que hace posible que este blog se escriba y se lea: los centros de datos. Estas inmensas instalaciones repletas de servidores son los pilares de Internet y el calor que desprenden requiere sistemas de refrigeración dedicados, de manera que se disipe el calor y los equipos puedan seguir funcionando.

Algunos datos para ilustrar la importancia de la refrigeración artificial y su crecimiento. En Estados Unidos se usa tanta electricidad para enfriar edificios como la que usa toda África, para cualquier propósito. La proporción de hogares chinos que tienen frigoríficos pasó del 7% en 1995 al 95% en 2007. A este gigante asiático se le une otro, India, en su carrera hacia el consumo energético, una parte del cual se dedicará al enfriamiento.

La Unión Europea vaticina que en los próximos 15 años la energía que se emplea para enfriar edificios en Europa se incrementará en un 72%. En cambio, la que se usa para calentar descenderá en un 30%.

Imágenes: PublicDomainArchive y triosolution1

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