hidrogeno

Ventajas y desventajas de los coches de hidrógeno

Los coches de hidrógeno son una tecnología que se está desarrollando en paralelo al coche eléctrico, aunque sus progresos van más despacio.

El uso del hidrógeno como combustible en los coches ya es una realidad. Si bien queda mucho para pasar de los prototipos de vehículos a una adopción comercial de cierta escala. Hay varios factores que frenan la tecnología, que tiene ventajas de gran valor frente al automóvil tradicional, basado en combustibles fósiles, pero también sobre los eléctricos. Tal vez la diferencia principal con estos últimos es que un coche de hidrógeno repuesta en menos de cinco minutos, en lugar de la media hora –a veces más– de los que funcionan con electricidad.

Entre las virtudes que se suelen destacar del hidrógeno como combustible es que tiene una densidad energética alta, mayor incluso que la gasolina o el diésel. Sin embargo, esto no es del todo correcto. Es cierto que un kilogramo de hidrógeno en estado líquido tiene mucha más densidad que uno de diésel (de hecho es el combustible que propulsa los cohetes), pero es demasiado caro licuarlo.

Para un cohete se puede licuar hidrógeno porque el sector al que se dirige el combustible no escatima en gastos, al menos no en este aspecto. Pero los coches de hidrógeno están pensados para venderse al público masivo, con lo que se necesita un método viable económicamente hablando. Actualmente la solución que se ha encontrado es comprimir el gas a 700 bares de presión.

La densidad energética del hidrógeno a 700 bares es superior a la de la gasolina, pero el elemento que cuenta, el coste, solamente es comparable. Así, llenar el depósito del Toyota Mirai, modelo pionero de los coches de hidrógeno, serían unos 45 euros, según el fabricante japonés. Esto contando con que el precio del kg de hidrógeno esté a 9 euros. Su autonomía se acerca a los 500 Km.

coches de hidrógeno

Una ventaja fundamental de los coches de hidrógeno respecto a los eléctricos es el tiempo de repostaje. Mientras que un Tesla Model S, con su supercargador, emplea en torno a media hora para cargar un 80% su batería, el hidrógeno se sirve como la gasolina, con una manguera que tarda unos minutos en llenar el depósito. La única diferencia es que el cierre es hermético, pues lo que fluye es gas, no líquido. Afinando más se podría sacar otra diferencia: no hay casi estaciones para repostar coches de hidrógeno, mientras que de gasolineras están las carreteras plagadas.

El otro factor que destaca en los coches de hidrógeno es su carácter verde. Aquí hay que matizar. Es cierto que los coches no lanzan emisiones contaminantes a la atmósfera, pero también lo es que este combustible se genera, no se encuentra de forma natural. Y la forma de generarlo es aplicándole energía, que puede provenir de fuentes renovables o fósiles, en cuyo caso el ciclo no sería limpio al completo.

Imágenes: Joseph Brent y Toyota

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