Los satélites cuentan con una vida útil definida, y al finalizar esta existen dos soluciones posibles para evitar que estorben en la órbita operacional, o se conviertan en más basura espacial.
Desde inicios de la década de 1990 se reconoció a la basura espacial como un problema real que debía ser afrontado más temprano que tarde por las agencias espaciales del mundo, en conjunto. Desde hace medio siglo tanto los rusos como los estadounidenses comenzaron a enviar satélites y más satélites al espacio contando con eso de que es «infinito», sin imaginar, por alguna razón, que esto algún día supondría un problema real para nosotros.
Y es que sí, el espacio por supuesto que es infinito, pero nuestra órbita no, y la órbita operacional donde se ubican los satélites funcionales cada vez se ha visto más llena de tráfico espacial, en parte debido a basura espacial, por lo que se idearon algunas soluciones que se implementan desde hace dos décadas para los satélites que se van de retiro, como si de unos abuelos cualquiera se tratara.
Porque si enviamos más y más satélites al espacio, y los satélites cuentan con una vida útil definida, lo que quiere decir que tienen un contador que marcará la hora de su muerte (o el fin de su servicio/utilidad), ¿qué sucede con estos satélites?
Actualmente, existen dos soluciones para tratar con esta problemática. La primera, es sencilla: devolverlos a la Tierra; pero no de cualquier manera, sino en un último viaje glorioso que gracias a las temperaturas alcanzadas al descender atravesando la atmósfera, de desintegrarán, especialmente tomando en cuenta que en la mayoría de los casos han sido reducidos a partes más pequeñas para lograr este resultado, normalmente haciendo chocar un satélite con otro para lograrlo.
Este proceso puede ser efectivo pero cuenta con muchas limitaciones, sobre todo porque lleva un cálculo minucioso sobre si se desintegrarán o no los pedazos al caer. De lo contrario, para luchar con la basura espacial al menos en la parte «que importa» de nuestra órbita, se han ideado una solución un poco más pintoresca.
Cementerio de satélites
La órbita cementerio, también conocida como el «Cementerio de satélites», es una zona orbital que ha sido establecida como «lugar de retiro» para los satélites que finalicen su vida útil. Esta se ubica aproximadamente 300 kilómetros por encima de la órbita funcional, es decir, donde se ubican todos los satélites que aún están en servicio.
Para llegar a esta zona se requiere un último impulso pero con un esfuerzo casi mínimo por parte del satélite que va a ser enviado, a diferencia del esfuerzo y últimas maniobras que se deben aplicar para hacerlo descender para que se desintegre. Una solución un poco peculiar, pero sin duda efectiva (al menos por ahora).
En la actualidad existen poco más de 100 satélites retirados en este cementerio, y desde el año 2002 en los Estados Unidos se exige que todos los satélites puestos en órbita sean enviados a esta órbita cementerio luego de finalizada su vida operacional.
Por supuesto, finalmente estos no son más que baches sobre la existente problemática de la basura espacial, pero mientras se afinan los procesos y planes propuestos para combatirla, no existen retiros más óptimos para los satélites moribundos.