Videojuegos en las Olimpiadas

¿Deberían los videojuegos formar parte de las Olimpiadas?

El debate lo ha abierto el creativo Rob Pardo, poniendo de relieve que los espectáculos de videojuegos atraen una gran cantidad de público.

Lo ha sugerido el creador de World of Warcraft, que hasta este verano fue el director creativo de Blizzard Entertainment. Rob Pardo ha dicho que existe un buen argumento para que los videojuegos competitivos entren a formar parte de las Olimpiadas. Este argumento no es otro que su popularidad. Las competiciones de gamers atraen a miles de personas que están dispuestas a participar como espectadores –sin jugar– en los eventos. Prueba de ello son las 40.000 personas que llenaron un estadio en Seúl para ver la final de un campeonato.

Se trataba de la final del Campeonato Mundial de League of Legends, un juego multijugador de estrategia en tiempo real. Para presenciar la final en directo (millones de personas la vieron por streaming) se congregaron miles de personas, un público nutrido incluso para ciertos partidos de fútbol.

Rob Pardo esgrime este argumento cuando defiende la entrada de los videojuegos en las Olimpiadas. El creativo habla en concreto de los títulos tipo ‘e-Sports’, que pese a su nombre no tienen por qué tener contenido deportivo. Son videojuegos que estimulan la competencia entre equipos o jugadores, un factor clave para crear afición entre la gente, ya sea el objeto de esta un club de fútbol o un jugador profesional de StartCraft.

Pardo recuerda que en uno videojuego de este tipo las habilidades tienen que estar muy afiladas para vencer al resto de rivales. Los jugadores profesionales deben contar con unos reflejos vertiginosos y afrontar el difícil reto de tomar decisiones correctas sobre la marcha, con márgenes de tiempo que muchas veces se miden por fracciones de segundo. El antiguo directivo de Blizzard destaca que las acciones por minuto de estas personas superan las 300.

Videojuegos en las Olimpiadas

Si se necesitan varias personas para jugar se introduce un elemento más. Los jugadores no solo tienen que desplegar un rendimiento personal exquisito, también tienen que saber colaborar con otros y sacarle el máximo partido al trabajo en equipo.

Una cuestión cultural

Si por deporte se entiende un trabajo que requiera de gran esfuerzo físico no tiene sentido introducir los videojuegos en las Olimpiadas. Su esfuerzo es puramente mental y ya hay otros juegos así que han intentado coronarse con los laureles olímpicos sin éxito, como el ajedrez. A pesar de ello en algunas competiciones de gamers ya se han implantado normas que recuerdan a las que rigen el deporte profesional, como programas de antidoping.

No cabe duda de que la entrada de los videojuegos en las Olimpiadas está sujeta a factores culturales, no solo técnicos. La imagen que tiene o que proyecta el mundo gamer hacia el exterior dista de la de un deporte olímpico, pero la cada vez mayor afluencia de público convierten a los espectáculos en un poderoso atractivo mediático.

Imágenes: LeagueofLeyends.com

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