Una pareja de artistas han tomado imágenes del busto de Nefertiti y han creado un archivo que puede ser impreso en 3D.
El busto de Nefertiti ya se puede imprimir en 3D. Puede que no se trate de una copia exacta de la escultura milenaria, pero lo cierto es que la precisión parece suficiente para propósitos como el estudio de la pieza o la decoración. Y no será una copia exacta debido a las circunstancias bajo las que han trabajado la pareja de artistas que ha digitalizado la obra. Nora Al-Badri y Jan Nikolai acudieron pacientemente al Museo Egipcio de Berlín durante días para captar, sin que nadie se diera cuenta, imágenes de la pieza.
La pareja empleó un dispositivo Microsoft Kinect para capturar las imágenes en 3D del busto de Nefertiti, que habrían procesado en algún tipo de equipo portátil. Posteriormente organizaron los datos y crearon el modelo en tres dimensiones, apto para que cualquiera lo introduzca en una impresora 3D y fabrique una reproducción de la escultura.
Los archivos para imprimir en 3D una copia del busto están disponibles en la página web de esta pareja de artistas, cuyo objetivo al escanear la obra de arte ha sido doble. Por una parte se trata de una acción artística, pero también supone un movimiento de protesta. La vertiente artística tiene que ver con la finura necesaria para realizar el escaneado y posterior reconstrucción de las imágenes en 3D. Además, no hay que olvidar que en este caso el objeto es una obra milenaria de valor incalculable.
El aspecto de reivindicación está relacionado con la historia del busto, particularmente de su descubrimiento. En estos momentos se encuentra en el Museo Egipcio de Berlín, como tantas otras piezas de aquel mundo de los faraones que están repartidas por instituciones de diferentes países, alejadas de su origen. La polémica se sembró cuando la imagen de Nefertiti aterrizó en la capital alemana.
Corría el año 1912 y el arqueólogo bávaro Ludwing Borchardt tenía excavaciones en Egipto. No era el único. Aquellas primeras décadas del siglo XX vieron cómo muchos estudiosos de la cultura egipcia acudían a la tierra de las pirámides en busca de tesoros culturales, aventura y fama en los círculos académicos. En 1922 el británico Howard Carter descubriría la tumba de Tutankamón. Estos acontecimientos se sucedían gota a gota, pero tenían una gran repercusión para los líderes de las expediciones.
Normalmente las piezas de gran valor permanecían en Egipto. Los científicos de las expediciones la podían estudiar y llevarse otras a su país de origen para exhibirlas en compensación por haber rescatado esos tesoros de las arenas. Se dice que el caso de Borchardt fue especial porque el alemán habría manejado la situación de tal manera que fue capaz de quedarse con el busto de Nefertiti, una pieza excepcional, para llevarlo a Berlín.
Y este es el segundo objetivo del trabajo: hacer que un objeto histórico, que en su momento fue llevado a un país al que no pertenece en dudosas circunstancias, sea accesible para todo el mundo a través de la impresión 3D.
Imagen: Wikipedia
Actualización 11 de marzo de 2016: después de que los artistas Nora Al-Badri y Jan Nikolai difundieran su trabajo ha habido escépticos que han puesto en duda el método de escaneo. Ellos afirmaron haber utilizado un dispositivo Kinect para realizar la tarea, pero se negaron a revelar en detalle sus técnicas de escaneo, tal y como explican en Arstechnica. Algunos especialistas apuntaron que el busto de Nefertiti que se había extraído guardaba “demasiada fidelidad para la forma en que trabaja Kinect”. Al-Badri ha señalado que recibió el dispositivo Kinect de manos de hackers, cuyas identidades no quiere revelar, y que estos mismos habrían extraído los datos que ella y Nikolai habrían escaneado. La artista ha llegado a ceder, diciendo que el modelo del busto de Nefertiti podría provenir de un hackeo al servidor del museo (muchos museos guardan modelos en 3D de sus obras más preciadas). Sin que esta hipótesis esté confirmada, se trataría de un hackeo más convencional que el que en principio parecía.