drone que hace selfies

Crean un drone que se acopla a la muñeca como una pulsera

Christoph Kohstall es un joven físico que junto a un equipo de colaboradores ha creado un drone que despega de su muñeca para hacer selfies.

Los drones normalmente están asociados a usos sofisticados. Se trata de una tecnología compleja y con un coste nada desdeñable, con lo que sus aplicaciones –que empezaron siendo exclusivamente militares– pasan por el apoyo a la agricultura, el descubrimiento de patrimonio arqueológico e incluso se ha especulado con el transporte aéreo de paquetes. Sin embargo, pocos habrán pensado en un drone que hace selfies. Este concepto, radicalmente distinto a los que normalmente tienen estos aparatos voladores, ha servido a su creador para ser finalista en el concurso Make it wearable, de Intel.

El alumbrador de esta idea se llama Christoph Kohstall, físico de formación e investigador en Stanford de profesión. Este joven ha buscado una forma de hacer selfies en situaciones donde no resulta nada sencilla esta práctica de moda. En el vídeo de presentación del proyecto aparece una sucesión de personas practicando deportes como escalada o bici. La idea es que si en ese momento sienten necesidad de hacerse un selfie suelten su drone, que estará acoplado a su muñeca, para que vuele sobre sus cabezas, desenfunde su cámara, tome la instantánea y regrese donde está el usuario cual boomerang del siglo XXI.

Este drone que hace selfies aún está en fase preliminar. No es capaz de realizar sin fallos todas las funciones para las que está diseñado, pero el objetivo es que el dispositivo entre dentro del campo de la tecnología wearable. Los usuarios que lo porten no llevarán nada más que una pulsera –algo aparatosa, eso sí– y podrán desplegarlo con un simple movimiento del brazo.

Aquí se entrelazan dos tecnologías que están en plena expansión: los drones y los dispositivos wearable. Los primeros representan todo lo que tiene que ver con el funcionamiento autónomo de un robot volador, que conoce lo que tiene que hacer y sabe cómo llevarlo a cabo. Los segundos son un reflejo de cómo la tecnología está dejando de ser algo que se usa para convertirse en algo que se lleva puesto.

Cuando esté listo, el drone que hace selfies podrá salir volando cuando el usuario así se lo transmita mediante un impulso de su brazo, estabilizarse para obtener una buena vista del objetivo a fotografiar y volver una vez cumplida su misión. Y como sería pasarse de ciencia ficción el que el dispositivo se acoplara de vuelta a la muñeca del portador él solito, habrá que atraparlo con las manos cuando revolotee cerca.

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