Nintendo Classic Mini, o la era en la que lo antiguo vuelve

Con la Nintendo Classic Mini, la compañía japonesa ha vuelto a demostrar, una vez más, la potencia emocional que tiene la nostalgia entre su público.

Nintendo es una compañía que lleva toda su vida viviendo de la nostalgia, o al menos lo hace desde que su estrategia consiste en lanzar juegos en cada nueva consola que ya estaban en la anterior, sin que apenas aparezcan novedades en cada generación. Es el caso de los Mario Kart, los Mario de plataforma o los Zelda, por poner ejemplos clásicos. Y es una estrategia que, pese al fracaso de consolas como la Wii U, no solo parece funcionar, sino que lo ha hecho en la Wii, la Nintendo DS, la 3DS o los Amiibo.

Sin embargo, en los últimos tiempos la apuesta ha crecido. En la era en la que lo hipster y lo vintage imperan, Nintendo es la reina indiscutible y, aunque no es la única, la nueva Nintendo Classic Mini NES es su gran obra en este sentido. Tener en el cajón de los recuerdos 30 juegos memorables y una consola mítica con 31 años era una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar, y la estrategia no ha defraudado. Nintendo ha visto el gran filón que existe con los emuladores de consolas clásicas, donde la NES siempre ha sido una de las más jugadas y ha pensado que por qué no hacer su propio emulador.

Proyectos como retropie también buscan saciar la nostalgia, pero no transmiten lo que solo Nintendo puede.
Proyectos como retropie también buscan saciar la nostalgia, pero no transmiten lo que solo Nintendo puede.

Lo que podría haber sido algo sin gusto, aunque eso no sea típico en los japoneses, ha sido una de las mayores odas a los videojuegos clásicos que se recuerda. La NES mini es prácticamente igual al modelo original pero en tamaño reducido, con cambios lógicos en los puertos para mandos, en la salida de vídeo y en la entrada de alimentación eléctrica. A ello se suma, lógicamente, la carencia de slot para cartuchos de juegos, ya que esos 30 juegos de la Nintendo Classic Mini están precargados en un almacenamiento, lo que hace que la nueva consola no sea más que un emulador como los que se pueden encontrar en Internet, con una buena carcasa y alguna adaptación interesante, eso sí.

Lanzada a un precio irrisorio de 60€, ha causado furor y se ha agotado en todo el mundo, en parte por el propio éxito y en parte porque se sospecha que la disponibilidad de unidades era escasa. Pero sólo es una parte de la nostalgia que la madre de Mario ha traído a 2016. La más grande a nivel mundial fue el regreso de Pokémon con Pokémon Go. Su lanzamiento ha llegado en el momento justo en que los niños y niñas que se engancharon a la serie de televisión y a las GameBoy han tenido una edad suficiente como para sentir que, pese a haber crecido mucho, había una parte muy fuerte de sus felices recuerdos de infancia ligada a Pokémon.

Pokémon-Go-1

El éxito fue trascender a aquellos que habían jugado con los juegos de las consolas portátiles y hacer que la sociedad entera, desde personas mayores hasta niños que no sabían quien era Pikachu, se engancharan tan a fondo que su vida dejara de tener sentido en lugares sin Pokeparadas cercanas, o donde la densidad de población y monumentos era baja para tener gimnasio. El reinado de Pokémon GO ha cambiado el comportamiento de parte de la sociedad, y aunque ha sido corto, a la vez más que suficiente para demostrar no solo el papel de la nostalgia, sino la manera en que ésta se puede contagiar a personas que ni siquiera han vivido los hechos en el momento de su nacimiento.

 

 

 

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