Ludus, la realidad virtual que salva vidas

Cuando pensamos en realidad virtual, lo primero que nos viene a la cabeza es un videojuego. Pero LUDUS- VR, una startup de Bizkaia Open Future, utiliza la realidad virtual para entrenar a cuerpos de emergencia y profesionales de la industria en situaciones de alto riesgo.

La historia de una reinvención

No siempre ha sido así. De hecho, Ludus, que anteriormente se denominaba Pulsar Concept, comenzó su andadura en el mundo de los videojuegos. “Desde que empezamos teníamos muy claro que queríamos hacer un producto. Y cuando comenzamos la aventura en 2011 pensábamos que el producto clave era hacer videojuegos para dispositivos móviles”, nos cuenta Jon Iñaki Martínez, CEO y CTO de esta startup bilbaína. En 2011 parecía una buena idea, cuando 5 de las 10 apps para móvil más descargadas eran juegos. Pero todo comienzo exige inversión, infraestructura y cierto margen de tiempo, y cuando se trata de innovación tecnológica el tiempo puede jugar en tu contra.

¿Quieres innovar?
Mira hacia dentro

Así fue en el caso de Ludus: Cuando por fin estuvieron preparados para lanzarse al mercado, en algo menos de tres años, el ecosistema de las aplicaciones móviles por el que habían apostado estaba ya muy saturado. “Sabíamos que teníamos que buscar otro nicho en el que posicionarnos “, afirma Jon. “Y lo que hicimos fue un proceso de mirar hacia dentro y cómo podíamos aprovechar el entorno que de mirar hacia fuera”. Reflexionaron sobre sus capacidades, sobre qué era lo que mejor sabían hacer. “Éramos buenos desarrollando videojuegos, y éramos buenos aplicando tecnologías innovadoras, disruptivas”. Y es así como apostaron por la realidad virtual, una tecnología que prometía tener un papel muy relevante en los años venideros.

La realidad virtual no es, ni mucho menos, un concepto nuevo. La historia nos muestra numerosos intentos del hombre para sentirse transportado a nuevos universos: desde los esfuerzos de Antonin Artaud en el s.XIX por difuminar la frontera entre realidad e ilusión en sus espectáculos teatrales, al Sensorama de Morton Heilig, un prototipo construido en los años 50 con la ambición de proporcionar una experiencia de inmersión sensorial total a través de imágenes tridimensionales, estímulos visuales, vibraciones, sonidos y hasta olores.

Los avances tecnológicos de las décadas siguientes hicieron posible que la realidad virtual se perfeccionara cada vez más. De los años 70 a los 90 se crearon dispositivos con fines militares, para simuladores de vuelo, usos médicos y diseño industrial. Y en la década de los 90 se producen los primeros lanzamientos comerciales en el campo de los videojuegos.

Pero es la apuesta más reciente por un hardware de calidad a precios cada vez más asequibles lo que permite la democratización de esta tecnología y hace viable el modelo de negocio de Ludus: “Desde el punto de vista tecnológico, lo que hace posible que a día de hoy Ludus exista es principalmente la apuesta por el hardware de realidad virtual que han hecho las grandes compañías”, afirma Jon. “A día de hoy con dispositivos como HTC Byte o como Oculus Rift se está llevando a las casas esa tecnología con calidades muy, muy altas y a precios mucho más reducidos, que es lo que nos permite a nosotros entrar en ese sector”.

Entrenar situaciones de riesgo sin peligro alguno

La realidad virtual se caracteriza por su capacidad de “engañar” a nuestro cerebro y a nuestros sentidos, haciéndoles creer que están viviendo realmente una situación generada por ordenador. “Imagina un acuario,” nos dice Jon. “Cuando miramos la pantalla de nuestro smartphone, estamos observando el acuario desde fuera. Con la realidad virtual te sumerges en él”. Y es precisamente el poder inmersivo de esta tecnología lo que la hace tan valiosa para el nuevo modelo de negocio de Ludus: el entrenamiento en industria y emergencias.

Las simulaciones en realidad virtual recrean escenarios reales que sitúan al trabajador en un entorno de riesgo. Y la persona puede enfrentarse a esa situación y aprender a tomar las mejores decisiones, ya que ve en tiempo real las consecuencias de su decisión. Todo ello, lógicamente, sin exponerse a peligro alguno.

Ludus ofrece a los profesionales la posibilidad de practicar de forma habitual protocolos de actuación en situaciones de alto riesgo

Pero no es la única ventaja de este modelo. Jon nos lo explica: “La realidad virtual permite recrear situaciones que sería imposible o muy difícil de entrenar en el mundo real. Generar situaciones límite imposibles de reproducir en escenarios reales, como aeropuertos, centrales nucleares, o por ejemplo un escape de gas tóxico en un lugar público”. Y permite entrenar con tanta frecuencia como sea preciso, sin invertir en costosos simulacros, desplazamientos ni interrupciones en el trabajo cotidiano: “La realidad virtual habilita la posibilidad de entrenar en cualquier situación, en cualquier contexto, abstrayéndote completamente de las necesidades físicas. Podemos entrenar a una persona para la operativa que tiene que hacer en un molino eólico o en una plataforma offshore sin tener que hacer un desplazamiento; podemos formar a muchísima gente para que estén preparados para las contingencias que puedan tener en una línea concreta sin tener que ocupar esa línea durante horas productivas ni desplazar al personal”.

Esto ofrece a los profesionales la posibilidad de practicar de forma habitual protocolos de actuación en situaciones de alto riesgo, mejorando su habilidad y su capacidad de respuesta y disminuyendo así el número de accidentes.

Las indudables ventajas de su propuesta han sido claves para que el Servicio de Bomberos de Bizkaia les confiara hace algo menos de un año el desarrollo de un simulador para el entrenamiento de los 76 mandos de bomberos del Puerto de Bilbao, convirtiéndose así en el primer servicio de emergencia del Estado que utiliza este novedoso sistema. Un proceso de trabajo de 9 meses en el que el equipo de Ludus tuvo que interiorizar cómo trabajan los bomberos, grabar sus entrenamientos, estudiar sus manuales y entrevistarles a fondo. Recrear en 3D hasta el mínimo detalle de los escenarios y distintos elementos como camiones, trajes o mangueras; y, por último, dotar de acción a cada objeto teniendo en cuenta un sinfín de variables, desde cómo afecta a la dirección y velocidad de propagación del fuego el tipo de material inflamado a la incidencia de las distintas condiciones atmosféricas.

El resultado, una recreación realista del Puerto de Bilbao en la que los bomberos pueden entrenar, con la supervisión de un mando y modificando los escenarios a voluntad, tres tipos de situaciones de intervención: un retén de prevención, el incendio en un almacén y el accidente de un vehículo con mercancías peligrosas y propagación de gas.

Creatividad, flexibilidad y formación continua, las claves de su éxito

Ludus es una empresa joven, formada por 16 profesionales en Bilbao, tres en Madrid y dos en Lima. Y a la hora de contratar a nuevos miembros para el equipo, tienen claro que la creatividad pesa más que los títulos: “No evaluamos, por lo general, a las personas por currículum, sino que las valoramos por el porfolio o por actividades que hayan ido haciendo, ya sea mientras están estudiando o mientras están trabajando. O actividades extra que hayan hecho, desarrollos extra… Necesitamos que ellos, que la gente que trabaja en Ludus nos ayude a construir Ludus, y para ello necesitamos que piensen un poco distinto a la media, que aporten soluciones”.

También su forma de trabajar refleja una cultura empresarial distinta, basada en la flexibilidad. “Una de las principales diferencias entre trabajar aquí y trabajar en cualquier otra empresa es que las personas que trabajan en Ludus tienen una gran capacidad de adaptación al medio. Hay momentos del año en los que hay mucha carga de trabajo y otros en los que hay poca. Por eso intentamos generar un sistema lo más flexible posible. Para que al final todos podamos dar el do de pecho cuando hace falta y descansar cuando no”, explica Jon. Y es cierto que en su sede de Bilbao se respira un clima de compañerismo y vitalidad. Una ebullición constante de la que apetece formar parte. ¿El secreto? La confianza en el empleado y en sus iniciativas. “Intentamos impulsar los proyectos laterales de las personas. Que tengan tiempo, y por supuesto, todos los recursos, para poder desarrollar esos proyectos, que muchas veces acaban incorporándose a Ludus”.

La formación continua es otra de las claves en una empresa en la que la tecnología evoluciona cada día. “Intentamos estar bastante atentos al panorama sobre todo internacional, fijarnos mucho en qué tecnologías están utilizando en diversos sitios que son clave para el desarrollo tecnológico, ver con qué están trabajando ellos e intentar hacer todos los cursos tanto online como presenciales que podemos para poder mantener siempre al equipo formado”, nos cuenta Jon.

Bizkaia Open Future, el impulso definitivo

Lo tenían casi todo: la idea, la tecnología, la actitud, el equipo. Pero para traspasar el mercado local y ganar visibilidad en el plano internacional, Ludus se inscribió en el programa Bizkaia Open Future, un programa de Telefónica y la Diputación Foral de Bizkaia que impulsa el desarrollo de proyectos Industria 4.0, y fue una de las cinco startups seleccionadas en 2016. “Nos brindan asesoramiento, recursos y contacto con grandes empresas del sector”, apunta Mikel Cearsolo, Co CEO de Ludus.

Hoy, son una de la 30 empresas europeas seleccionadas en el “Vive Tracker Development Program” por parte de HTC y uno de los proyectos seleccionados por la aceleradora americana MassChallenge y la Diputación Foral de Bizkaia para viajar a Boston y participar en un taller intensivo de aceleración de proyectos, como posibles candidatos para participar en la competición mundial.

Se ven mucho más cerca de cumplir sus objetivos: expandirse y generar sinergias con otras compañías a las que quieren sumar el expertise tecnológico. Pero queda camino por recorrer. Cuando les preguntamos por sus próximos retos nos hablan de fortalecer esas relaciones, de seguir trabajando, de crecer, de traspasar fronteras. En su momento, la clave fue mirar hacia dentro. Parece que ha llegado la hora de hacerlo hacia fuera.

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